La CNMV debe recuperar crédito
Puede que Manuel Conthe quede en la historia de la CNMV como el presidente que dimitió sin estar obligado a ello. Pero el quinto máximo responsable del organismo regulador bursátil ha dejado, sobre todo, el regusto de actuar como único poseedor de la verdad, algo que está claramente reñido con la presidencia de un órgano colegiado.
Su inmolación, escenificada ayer según su deseo en el Congreso de los Diputados antes de presentar al Gobierno la anunciada dimisión, no es más que la guinda del vía crucis iniciado el Lunes de Pasión. Con su proceder, Conthe ha dejado a la CNMV patas arriba a causa, según sus palabras, de la única 'mancha' de que el consejo no abriera un expediente sancionador a Enel y Acciona por incumplir su mandato y anunciar la opa sobre Endesa si fracasaba la de Eon. Una actuación 'limitada y concreta', que no ha perjudicado a los accionistas de Endesa y sólo, según su relato, a Eon.
A pesar de la situación de inestabilidad que ha creado, Conthe reconoció ayer que nunca recibió presiones del Gobierno. Pero dejó el mensaje de su lamento por la injerencia de la Oficina Económica del Presidente -algo duramente desmentido por su primer director, Miguel Sebastián-, una rocambolesca petición de dimisión de Carlos Arenillas, y el recado de que el caso Enel- Acciona-Eon no ha prescrito y que la CNMV debe abrir el expediente que no incoó bajo su presidencia.
El tiempo dirá cuál es la herencia de la era Conthe. La principal lección es que la CNMV necesita recuperar su vapuleada credibilidad con urgencia. Y ello precisa una profunda reflexión que debe desembocar en cambios. Entre ellos, que se hagan públicas las actas de los consejos y, sobre todo, que se redoble el esfuerzo en formar un equipo solvente, experto y sólido a la hora de afrontar problemas. Desde su creación en 1988, y salvo en la primera presidencia y parte de la segunda, la CNMV ha estado en crisis, rodeada de escándalos. Por ello, el Gobierno, especialmente Pedro Solbes, ha de hilar fino para dar con un relevo que devuelva la fe en el regulador bursátil. Hay demasiado en juego.
