Estrés en el mercado de derivados
Stress test. Este es el nombre que recibe en inglés toda situación extrema que pone a prueba el funcionamiento de algo. Lo que en castellano se conoce como prueba de fuego. El stress test se utiliza por ejemplo en la industria de la inversión libre para calibrar la capacidad de reacción de una gestora de hedge funds en momentos de fuerte volatilidad.
La prueba de fuego se utiliza en aparatos o sistemas nuevos para garantizar su funcionamiento en los momentos peores. El problema se plantea cuando no se sabe a ciencia cierta qué podría pasar en una situación extrema porque no se ha realizado el stress test. Como conducir un Ferrari a 250 kilómetros por hora sin haber comprobado los frenos.
Algo así sucede en el mercado de derivados de crédito. El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, asistió el miércoles a la reunión anual de la Asociación Internacional de Swaps y Derivados (ISDA); entorno inmejorable para alertar sobre los riesgos que acechan a este mercado. Trichet advirtió que los derivados de crédito podrían poner en peligro el sistema financiero si todos los inversores salieran de estos activos al mismo tiempo.
Los derivados de crédito son instrumentos mediante los cuales un inversor recibe una prima a cambio de asumir el riesgo de una deuda. Es un mercado en expansión desaforada, que desde 2003 se ha duplicado cada año hasta alcanzar unos compromisos por valor de 25,5 billones de euros.
Decía Trichet en su intervención que el problema de este mercado, de apenas una 10 años de antigüedad, es que no ha sido testado en una crisis. El jefe ejecutivo de ISDA replicó que cuando cambia la volatilidad, hay participantes que compran y otros que vender. Es decir, que en la variedad de los actores del mercado, en la variedad de objetivos de inversión, está la salvaguarda del sistema.
Es probable que sea así, pero el mercado no ha sido puesto a prueba, y no para de crecer.