Apalancamiento de todo pelaje
El crédito sigue siendo tan barato, y los tipos siguen tan bajos históricamente, que el que no se endeuda no es nadie en el mundo financiero. Tanto es así, que las empresas piden financiación a los bancos para cosas cada vez más peregrinas o, cuando menos, poco ortodoxas.
La última tendencia en Wall Street consiste en pedir créditos para financiar el pago de dividendos a ejecutivos y accionistas de hedge funds y firmas de capital riesgo.
El año pasado, poco antes de salir a Bolsa, Fortress Investment Group pidió un crédito de 750 millones de dólares (unos 555 millones de euros), un tercio de lo cual se destinó a retribuir a los cinco fundadores de la firma. Cuenta el The Wall Street Journal que otras dos firmas, Apollo Management y The Blackstone Group, preparan operaciones similares antes de salir a cotizar.
Las firmas aducen, para justificar estas retribuciones, que tratan de proteger a los ejecutivos y/o accionistas de las firmas en caso de que la OPV se salde con pérdidas o, directamente, no llegue a consumarse.
Los bancos no se cuestionan estos créditos, porque es mucho el negocio que subyace como colocadores potenciales de esas OPV. Pero quizá al inversor final, al que va a comprar las acciones en esa oferta pública, sí que le preocupa tener que asumir esa deuda, que no va a servir para invertir en el crecimiento de la compañía, sino para enriquecer a sus ejecutivos. El inversor, obviamente, es libre de acudir o no.
Al margen de que sea o no ético, conveniente o no para la firma que se endeuda, llama la atención el apalancamiento extremo que está asumiendo el sector financiero, del cual, por cierto, se ha hecho eco el FMI. No está descartado del todo que la Reserva Federal vaya a subir los tipos otra vez. Europa y Japón tienden también a endurecer su política monetaria. Y no es bueno que se encarezca el crédito cuando aumenta sin medida. O sí.