_
_
_
_
Automoción

El vía crucis del heredero

El presidente de Ford, bisnieto del fundador, planeó vender la firma y trató de fichar a Carlos Ghosn y al presidente de DaimlerChrysler

Los últimos seis años en la vida del actual presidente del fabricante de coches Ford, William Bill Clay Ford, no han sido precisamente fáciles. El bisnieto del fundador del primer fabricante generalista de coches fue un joven interesado por la ecología y deseoso de trabajar en Wall Street en vez de en Detroit. Cuando le tocó el turno con 44 años (cumplirá 50 el 3 de mayo) ha tenido que lidiar con la peor crisis de la historia de la firma. A veces pensó en abandonar. Y el año pasado, en vender la compañía.

Es más, Bill Ford reconoce que 'ha habido mañanas en las que 'literalmente no' ha 'querido ni salir de la cama' ante la mala situación de la empresa. Así lo admite a la revista estadounidense Portfolio, a la que confiesa que en 2006 meditó con el consejo de administración opciones como fusiones, alianzas o, incluso, la venta, lo que sí ha decidido hacer con Chrysler el presidente de DaimlerChrysler, Dieter Zetsche.

Pero esto fue antes de que aterrizase Alan Mulally, el actual consejero delegado. El directivo, de 61 años, fue uno de los principales artífices del renacer de Boeing, grupo en el que pasó 37 años. La llegada del californiano, recuerda Bill Ford, no fue fácil. En primavera, decidió no buscar sustituto para Jim Padilla, el director general. Ford asumió el cargo para descubrir hasta el fondo el estado de la compañía... y se encontró no sólo con la 'recalcitrante cultura' de trabajo imperante, sino además con 'sus propias limitaciones como directivo'.

En verano de 2006, después de un mes de negociaciones, Mulally dio un mazazo a Ford al rechazar la oferta del fabricante. El nieto del mítico Henry Ford se sumió en un estado cercano a la depresión. Durante aquel caluroso fin de semana, Ford permaneció sentado en su domicilio de Michigan, con un papel en blanco delante y sin nada que escribir, 'silencioso y derrotado', según sus palabras. 'No tenía plan b'. Fue entonces cuando el consejo se planteó distintos escenarios, alianzas, venta de activos o subasta.

Pero volvió a la carga. La siguiente semana, el directivo envió a uno de sus vicepresidentes a Seattle con un encargo: no vuelvas sin Mulally. Y lo logró. Antes, su búsqueda de primer ejecutivo había tocado ya a otros sonoros nombres. En 2002 ofreció el puesto de director general a Carlos Ghosn, actual presidente de Renault y Nissan. Y años después, a Dieter Zetsche, entonces responsable de Chrysler. Ghosn rechazó la oferta, y Zetsche afirmó que no aceptaría nada debajo del puesto de consejero delegado.

El reto de Mulally es complicado: la compañía cerró 2006 con pérdidas de 9.770 millones de euros, las mayores de su historia, con ventas decrecientes en EE UU y dependencia de modelos de gran tamaño. Una situación que Ford cree herencia de su antecesor, Jacques Nasser, quien tiró de chequera para numerosas compras que afectaron a la solvencia.

Los 82 miembros de la familia han perdido mucho dinero en Bolsa con la crisis (poseen el 3,75% del capital y el 40% de derechos de voto). Pero todo puede ir peor. El clan ha hipotecado buena parte de su fortuna y las fábricas del grupo para conseguir la financiación necesaria para afrontar el plan de Mulally, que incluye nueve cierres, 40.000 despidos y el rediseño de marcas y divisiones.

Archivado En

_
_