Las luces verdes de la economía
El Gobierno puso ayer en marcha una práctica tradicional en otras economías occidentales, pero inédita aquí, que consiste en la presentación por el presidente de un informe detallado de la evolución de la economía y sus perspectivas de medio plazo. El formato y el escenario elegido recuerdan en parte las iniciativas de marketing político que explotó con razonables resultados el Gobierno de Aznar, pero que había descartado hasta ahora el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. En todo caso, el mecanismo carece de la posibilidad de debate con el mundo empresarial al que iba dirigido, algo que podría enriquecerlo.
En un día en que la Bolsa marcó otro récord histórico, Zapatero expuso sobre el parqué los innegables éxitos de la política económica diseñada y dirigida por su vicepresidente Pedro Solbes, y anunció 'luz verde' para la actividad al menos dos años más, a juzgar por los escenarios elaborados por instituciones privadas, organismos internacionales y la propia Oficina Económica de Presidencia del Gobierno.
Además, por vez primera la aparición de Zapatero aportó el valor de la prudencia en el planteamiento, ausente en muchos mensajes de las autoridades económicas. 'El exceso de autocomplacencia hace perder la perspectiva', comentó el presidente del Ejecutivo, para reconocer que España tiene una serie de desequilibrios que deben corregirse si se quiere mantener el tren de crecimiento y estirar el ciclo alcista más allá del final de la década. Los años 2007 y 2008 tienen garantizado el crecimiento y la creación de empleo, y las empresas crecientes números negros en sus cuentas de resultados. El presidente aseguró que las garantías están en la mejora de la competitividad exterior por la mejora del diferencial de inflación, siempre que los costes internacionales de la energía o las materias primas no añadan incrementos adicionales.
El resto de los problemas fueron identificados, pero las soluciones siguen ausentes. Retraso tecnológico; productividad deficiente; niveles educativos suspensos, y funcionamiento de los mercados mejorable. Zapatero se compromete a las reformas, pero siempre que cuenten con el consenso de los implicados, como hasta ahora ha ocurrido con los cambios en las legislaciones laborales, que, a su juicio, han sido el verdadero motor de la creación de empleo.
Es saludable reconocer los problemas. Pero condicionar sus soluciones siempre al consenso con los afectados tiene el riesgo de que no se resuelvan. Afrontar el inevitable deterioro de las cuentas públicas que traerá consigo el envejecimiento demográfico; la liberalización de los mercados de bienes y servicios; la flexibilización dinámica del mercado de trabajo; la reforma integral de la educación secundaria y universitaria para rescatar una formación competitiva basada en el esfuerzo; la restitución del prestigio a las instituciones regulatorias de los mercados, que el propio Solbes reconoce que han dañado la imagen del país; el control del gasto público no estatal... Todas ellas son cuestiones que precisan decisión incondicional para que nunca se apaguen las luces verdes de la economía. Y el mejor calendario es aquel en el que la bonanza económica ayuda a encajar los hipotéticos sacrificios colectivos.