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La opinión del experto

El humo de la mentira

Juan Carlos Cubeiro explica que es necesario, sobre todo en el mundo de la empresa, reducir drásticamente el engaño, piadoso o no, como el fumador compulsivo que abandona el tabaco de una vez por todas.

El miércoles previo a Semana Santa tuve la ocasión de asistir a la representación de la obra Humo en el teatro Maravillas. La obra, de Juan Carlos Rubio, trata sobre un terapeuta para dejar de fumar, autor de un best seller sobre el tema sólo comparable a Harry Potter y al Código da Vinci… que realmente fuma cuando nadie le ve. Esta carismática estrella de la influencia sobre los demás (interpretada por el imponente Juan Luis Galiardo, enorme en escena) no sólo miente respecto a esta adicción (el tabaco). En realidad, toda su vida está montada sobre pequeñas y grandes mentiras (la relación con su hijo y su ex mujer, el trato con los demás, las respuestas a los medios de comunicación…). Este joven dramaturgo se pregunta (y nos pregunta): ¿Nos sigue quedando capacidad para creer en algo, sea lo que sea? ¿Es la mentira la más peligrosa de las adicciones?

Más allá de lo entretenida que es la obra, al ver Humo podemos reflexionar durante hora y media sobre el coste de real de la mentira. A nivel macroeconómico, sabemos que el país más competitivo del mundo, Finlandia (hace 15 años, apenas un satélite de la Unión Soviética) ha cimentado su éxito sobre la lucha contra la mentira. Con 5'5 millones de habitantes, dispone del mejor sistema educativo (realmente práctico), del mejor aprovechamiento de las tecnologías, del menor grado de corrupción. La presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, gusta de repetir que los valores vienen antes que los beneficios. Sobre ese 'capital social', Finlandia es hoy un país admirable.

A nivel individual, de equipo y organizativo, la confianza se ha convertido en el gran activo. Cuando una empresa le merece confianza a sus clientes, éstos responden desde la lealtad y la referencia positiva a terceros. Cuando en un equipo de trabajo impera la auténtica confianza, se produce la sinergia. ¿Qué es lo que más valoran los colaboradores en sus jefes? Por encima de todo, honestidad. Que no les fallen. Que no les engañen. Que no les mientan, de una forma u otra.

Las relaciones con los demás y la identidad de uno mismo han de forjarse desde la verdad y no desde el engaño

Aplicar lo que uno predica (como hacen los mejores directivos) puede ser sorprendentemente costoso en términos de esfuerzo personal, básicamente porque el cerebro humano tiende a completar lo que desconoce. No deja espacios en blanco. Por ello, unas pequeñas mentiras pueden llevar a otras de mayor calibre. Y lo que encontramos, volviendo al ámbito empresarial, puede ser a profesionales que en su día amaban lo que hacían pero ahora están encerrados en una especie de jaula de oro de alta remuneración, relaciones personales en la empresa que se convierten en pantomima, porque unos y otros no se atrevieron en su día a hablar sobre temas espinosos, heridas no bien cicatrizadas. Organizaciones con asuntos no resueltos, grupos de personas que no se atreven a ser verdaderos equipos, personas cuya falta de sinceridad ha destruido la credibilidad ante otros…

El humo es algo intangible que puede llegar a cegar, como la mentira. Las sociedades acomodadas, las organizaciones que se mueven básicamente por inercia, no se plantean hasta qué punto la confianza en ellas es manifiestamente mejorable.

Me imagino que Juan Luis Galiardo, productor desde hace 25 años, se ha planteado esta función como una especie de catarsis. A lo largo de su vida, ha descendido a los infiernos, ha salido de ellos, y se enorgullece a sus 67 años de poder ofrecer su experiencia vital en el medio artístico más directo, más constante, en el que resulta más difícil engañar: el teatro.

Ha tomado la obra de un joven autor, que se cuestiona conceptos como las verdades, las mentiras y la fe, y nos la expone, junto a la excelente actriz Kiti Manver, para que meditemos sobre ella. Todo ello, dentro de un espectáculo divertido, en el que vivimos todo tipo de emociones, para que la labor sea más didáctica.

En definitiva, resulta de sentido común que las relaciones con los demás y la identidad de uno mismo han de forjarse desde la verdad y no desde el engaño más o menos consciente. Es lo que inculcamos a nuestros hijos y sobrinos, a nuestros colaboradores. Sin embargo, desde las pequeñas justificaciones cuando llegamos tarde o cuando no nos apetece quedar con alguien hasta algunas respuestas a nuestros clientes internos y externos, hemos generado una sociedad en la que la mentira, tan adictiva, suele ser la salida fácil.

Para que la sinceridad, la confianza y la credibilidad sean nuestros rasgos definitorios, hemos de pasar de la reflexión y el descubrimiento (como el que nos proporciona esta obra teatral, todo un máster en 90 minutos) a la acción. Reducir drásticamente las mentiras, piadosas o no, como el fumador compulsivo que abandona el tabaco de una vez por todas. ¿Seremos siendo honestos siempre y al cien por cien? Me temo que no. ¿Seremos capaces de ser más auténticos, de relacionarnos mejor con los demás y de ser más felices? Estoy convencido. Las más de las ocasiones, dejaremos de huir y disfrutaremos del viaje de la vida. Sólo por eso, dejar el humo ya merece la pena.

Juan Carlos Cubeiro. Director de Eurotalent

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