Agua fría en pequeñas dosis
Dice el tópico que el banquero central es el encargado de retirar el ponche -obviamente el dicho tiene origen estadounidense- en el mejor momento de la fiesta. Esta semana se han aplicado a ello. En las actas de la Reserva Federal se ha apreciado un tono más combativo frente a la inflación, y Trichet ha vuelto a anunciar una próxima subida de tipos.
El antiguo gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, lanzó desde el FMI alertas sobre el crédito demasiado fácil y las compras apalancadas de empresas, y el actual subgobernador, José Viñals, apuntó la posibilidad de que la actual complacencia se torne en turbulencia financiera.
De la mano de estas declaraciones, la Bolsa ha conquistado la cota de los 15.000 puntos con timidez. Por apenas cinco puntos y con una subida escasa. Con poco volumen de negocio y menos convicción. Los analistas se han tornado cautos por la fuerza de los hechos, de la corrección del mes pasado.
No vienen mal, ni la cautela de los expertos ni los jarros de agua fría de los banqueros centrales. La temporada de resultados en Estados Unidos ya ha arrancado de la mano de Alcoa, tradicional debutante. Pero las perspectivas no apuntan alto. El beneficio de las compañías probablemente crezca menos del 10% por primera vez en varios años. En España, Banesto ha iniciado la temporada y la respuesta desde las firmas de análisis no ha sido del todo positiva.
La actividad corporativa, no obstante, puede con todo. Tal es la ebullición que los directivos de empresas como Dow Chemical se dedican a negociar operaciones por su cuenta con empresas de capital riesgo, quienes parecen gozar de fondos ilimitados. Es el mejor seguro de vida de la Bolsa. Pero habrá que ver si el mercado es capaz de capear con tanta solvencia como hasta ahora la amenaza de un sector empresarial que ya no bate las expectativas.