'Sin horarios racionales, todas las demás medidas son parches'
La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios se creó hace cuatro años para equiparar a España con el resto de Europa en materia de horarios. Está integrada por 107 entidades que incluyen administraciones públicas, sindicatos y empresas. Su presidente, Ignacio Buqueras, explica la necesidad de valorar el tiempo.
¿Cómo define un horario racional?
Nuestra primera premisa es libertad, porque necesitamos unos servicios de seguridad las 24 horas. Dicho esto, tiene que haber unos horarios normales para un porcentaje importante de la población, al menos entre el 80% y el 85%. Un horario racional es un horario flexible de entrada y de salida al trabajo. Un buen horario de entrada estaría entre las siete y nueve de la mañana y el de salida entre las cuatro y media y la seis de la tarde. Consideramos que sería bueno también que a mediodía hubiera un paro que no dure más de 45 ó 60 minutos, un tiempo más que suficiente para tomar una buena dieta mediterránea.
¿Por qué es importante este cambio?
Consideramos que en estos momentos en los que se habla tanto de conciliación y de igualdad, la conciliación pasa por unos horarios racionales. Es importante que haya ley de igualdad, más permisos de maternidad y paternidad, que a la familia española se le ayude por cada hijo. Pero si el hombre y la mujer no tienen unos horarios racionales, todo lo demás son parches.
¿Qué consecuencias tiene nuestro horario?
Nos preocupa sobre todo que el español medio duerma cincuenta minutos menos que la media europea, porque esto incide mucho en su salud. Aumenta el estrés y la ansiedad. Necesitamos unas horas por descansar, cada uno en función de sus necesidades. Si nos forzamos puede que lleguemos a la hora para fichar pero la productividad no es la misma.
Las más perjudicadas son las mujeres...
Sí, las mujeres y los jóvenes parejas en España. Las mujeres lo son porque nuestros horarios, aunque no me guste decirlo, son unos horarios machistas, fruto de una época con un claro reparto de papeles. El hombre trabajaba fuera de la casa y las mujeres en la casa. Con la incorporación de la mujer al mercado del trabajo, ya no es sólo el hombre el que llega a las ocho o las nueve a casa. Ese reparto de papeles ya no existe y no hay la cultura de los nuevos papeles. Por ejemplo, yo siempre digo que el hombre no debe ayudar a la mujer, el hombre debe compartir con la mujer al 50% las tareas de la casa. Entonces continuamos con los horarios machistas.
¿Esto sólo ocurre en España?
En otros países europeos, a las siete de la tarde la gente abandona el trabajo para poder conciliar la vida laboral con la familiar y tener mejor productividad. æpermil;sta no se mide en función de las horas en el trabajo sino que depende de la eficiencia de un trabajo más que de la presencia.
¿Por dónde se inicia el cambio?
Lo primero que hay que hacer es dar valor al tiempo. España es el país europeo que más reuniones celebra. Muchas de ellas son inútiles porque se pierde el tiempo; ni se fija la hora exacta de finalización de la reunión, ni los tiempos de las intervenciones, ni se pide rigor, y siempre el puntual es el penalizado.
¿Están evolucionando las cosas?
Nos están diciendo los directores de recursos humanos de empresas que hace años nadie les preguntaba por el horario. Hoy en día, junta a la pregunta sobre la remuneración, inmediatamente viene la cuestión del horario. Empieza a haber una valoración del tiempo. En ese sentido en los últimos tres años de tiempo ha habido un cambio sustancial.
¿Qué le parece el Plan Concilia del Gobierno?
La Comisión Nacional publicó antes del Plan el libro verde en el que preconizábamos que sean las administraciones públicas las que racionalizaran sus horarios y sirvieran de alguna manera de ejemplo para el resto de la sociedad. Cuando se aprobó el plan, felicitamos al Gobierno.