La figura del 'puntocom' japonés acaba en la cárcel
Takafumi Horie, fundador de Livedoor, ha sido condenado a dos años y medio de cárcel por fraude. Su nombre se hizo famoso en las Bolsas internacionales hace un año porque el escándalo en el que estuvo envuelta su empresa llegó a provocar un parón de la cotización de la Bolsa de Tokio.
Horie, que se declaró no culpable en el juicio, apelará la sentencia que, de todas maneras, impone una pena menor a la solicitada por la fiscalía, que había pedido cuatro años de cárcel. La condena ha causado cierta sorpresa porque otros acusados de delitos de 'cuello blanco' vieron como las penas se suspendían tras declararse culpables. Ahora también pueden ser condenados otros cuatro ex directivos de Livedoor, que se han declarado culpables del delito de fraude.
El ex directivo, que tiene ahora 34 años, se convirtió a principios de esta década en una de las figuras financieras y del puntocom gracias a la expansión de Livedoor. Una situación que le llevó a codearse con las grandes fortunas del país y con altos cargos políticos, incluido el ex primer ministro Junichiro Koizumi. Incluso, Horie se presentó a las elecciones en 2005 con el apoyo Koizumi, que veía en la fama del empresario un apoyo para las reformas económicas, pero fracasó en su intento de ser elegido parlamentario.
En su carrera empresarial, tras ejecutar más de 20 adquisiciones al frente de Livedoor, trató de adquirir Fuji Television, uno de los grandes grupos de comunicación del país, una operación que no gustó a muchos políticos.
Algunos medios nipones señalan que, coincidiendo con la opa sobre Fuji, la fiscalía empezó a investigar a Horie. Estas parecieron fructificar a principios de 2006, porque el directivo fue detenido y las oficinas de Livedoor registradas. Horie fue acusado de inflar las cuentas de Livedoor de 2004.
Y los efectos fueron casi devastadores. Las acciones de la firma, que había llegado a alcanzar una capitalización bursátil de 6.000 millones de dólares en su máximo esplendor, se hundieron. El 18 de enero de 2006, la avalancha de venta de acciones en la Bolsa de Tokio inducida por el escándalo financiero de Livedoor provocó un colapso del sistema informático, que obligó a la suspensión de la cotización. Era la segunda vez en 56 años de historia.