Mercados nerviosos

Las Bolsas europeas y las asiáticas sufrieron ayer un batacazo generalizado, que en el caso del Ibex se manifestó en una caída del 2,7%, lo que retrotrae el índice a niveles de octubre de 2006. Es un comportamiento que se explica por la incertidumbre que invade los mercados de todo el mundo las dos últimas semanas, y que estos últimos días está marcado por la crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos. Varias firmas hipotecarias se enfrentan a serios problemas para hacer frente a sus deudas y el aumento de la morosidad está penalizando la cotización de los bancos acreedores. El fenómeno puede tener un efecto contagio sobre el sector financiero, que ayer llevó en su caída al resto del mercado, y conducir a una restricción del crédito. Es un escenario posible, pero poco probable según los expertos, que descartan un efecto dominó porque el problema está -al menos por ahora- concentrado en un segmento menor del mercado. Lo que resulta más verosímil es que se frene más abruptamente el mercado de la vivienda. En uno u otro caso, el consumo, la gran locomotora del crecimiento de EE UU, se podría ver dañado.

Todo indica, sin embargo, que se trata casi de una excusa de los mercados para insistir en el ajuste. Lo innegable es que las Bolsas han entrado en una fase de alta volatilidad y mayor riesgo, en la que cualquier noticia negativa se maximiza e interpreta con alta sensibilidad vendedora, animada también por las altas cotizaciones alcanzadas. La corrección de hace dos semanas ha multiplicado así el clima de incertidumbre y amplifica las reacciones.

La prueba del nerviosismo que viven los mercados está en que ayer fue la Bolsa estadounidense, de donde teóricamente llegan los problemas, la que mejor cerró. Es lógico que muchos operadores hayan aprovechado para comprar a buen precio ante las fuertes caídas en el resto del planeta. Pero también es un prueba de que el fondo del mercado sigue siendo bueno. Desacoplarse de los impactos de la economía de EE UU es imposible, por eso conviene insistir en altas dosis de prudencia en las decisiones de inversión.