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Automoción

El futuro del motor pasa por el bajo coste

Chevrolet estudia lanzar un coche económico para los países emergentes, idea que ha dado buenos resultados a Renault

Los grandes fabricantes internacionales no se cansan de repetir en todo salón, presentación de modelos o rueda de prensa que los principales mercados tradicionales (Europa Occidental, EE UU y Japón) están maduros y que poco se puede esperar de ellos. Esto supone que los fabricantes generalistas tendrán que ser cada vez más eficientes para poder bajar el precio de sus coches y competir mejor en el mercado, como aseguró recientemente el nuevo presidente de PSA Peugeot Citroën, Christian Streiff. Pero, además, esta situación lleva a las multinacionales a mirar hacia los mercados emergentes, de donde se espera el grueso del crecimiento de ventas en los próximos años.

Claro está que los consumidores de los mercados emergentes no tienen la capacidad adquisitiva de los tradicionales. Las compañías, por ello, han decidido crear automóviles específicos para esta demanda menos exigente, construidos con una mano de obra barata que les deje mayor margen. El primero en poner en práctica esta idea fue Renault con su marca rumana Dacia, que hace dos años lanzó al mercado el Logan, un coche que en principio se iba a vender sólo en China, India, Rumanía, Irán, Marruecos y Colombia y que, finalmente, también se comercializa -con notable éxito- en los mercados del primer mundo. La versión básica se vende en España por 7.800 euros. Con un único modelo hasta ahora (con variantes, eso sí), la marca rumana vendió cerca de 6.482 unidades el año pasado en nuestro país.

La idea la ha copiado Volkswagen. El presidente del consejo de administración del mayor fabricante de coches de Europa, Martin Winterkorn, anunció recientemente que la empresa había concluido la racionalización emprendida por el anterior equipo directivo y que todos sus esfuerzos iban a estar encaminados a partir de ahora al capítulo de los ingresos, con el lanzamiento de modelos, uno de ellos un coche exclusivamente para mercados emergentes, sobre todo China e India.

La idea, eso sí, partió del anterior presidente, Bernd Pischetsrieder, que otorgó al proyecto el nombre 3-K y que puso como fecha de llegada el ejercicio 2008, según los datos revelados en su día por el semanario especializado germano Automobilwoche. Fabricar un 3-K costará apenas 3.000 euros, según las previsiones de la empresa. A pesar de este reducido coste, el precio del coche dependerá tanto de la competencia como de los tipos de cambio, los regímenes fiscales o las condiciones de mercado.

El grupo japonés Toyota, el segundo fabricante mundial de automóviles, también trabaja en su propio modelo, que 'deberá ser más barato que el Logan de Renault', según anunció a finales de enero el presidente del consejo de administración, Katsuaki Watanabe.

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El último de los grandes nombres en sumarse a la carrera por captar los millones de consumidores potenciales de estos países ha sido General Motors. El gigante de Detroit estudia lanzar entre los años 2010 y 2011 otro modelo de bajo coste que llevaría la marca Chevrolet, la más vendida de la compañía, según informa el portal estadounidense Automotive News, que cita a dos fuentes 'de alto nivel'.

Así, los mercados sin explotar son la gran esperanza para las atribuladas compañías occidentales. En un reciente estudio, una destacada consultora estadounidense aseguraba que durante los próximos seis años, la demanda global de vehículos económicos o de bajo coste (con precios que oscilan entre los 3.500 y los 9.000 euros) aumentará en más de 3,7 millones de unidades, creciendo a un ritmo medio anual del 4,1%, hasta llegar a 17,7 millones de unidades.

Este crecimiento deberá provenir, fundamentalmente, de mercados como el ruso, el indio o el chino. Pero no será la única fuente de crecimiento. La carestía de los combustibles, factores demográficos o una desviación de la demanda de los coches usados hacia los nuevos de bajo coste deberán convertir a los mercados más maduros (EE UU, Japón y Europa Occidental, sobre todo) en compradores potenciales de estos vehículos.

La apuesta de venderlos en mercados acostumbrados a productos más sofisticados ha salido bien, por ejemplo, a Renault. El fabricante francés de hecho ha iniciado ya un plan de expansión de las plantas que ya producen el modelo, como los 114,5 millones de euros que gastará en ampliar la capacidad de producción de su planta de Avtoframos, en Moscú.

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