Cuando el precio es lo de menos
El precio es la base del sistema de economía de mercado. O, al menos, es lo que dicen en las facultades donde se estudia esta presunta ciencia, que se vende como matemática y se percibe como paranormal cuando probablemente sea una ciencia del comportamiento. Sin embargo, las fuerzas que últimamente mueven los mercados financieros no tienen demasiado que ver con el precio. O, mejor dicho, son poco sensibles al precio.
Solamente hay que estudiar los planteamientos de los expertos. ¿Por qué los tipos a largo son tan bajos? Por la compra de activos por parte de los bancos centrales. ¿Por qué las Bolsas siguen subiendo? Porque hay mucha liquidez. Las recompras de acciones también ayudan. Y las aportaciones a planes de pensiones. Y qué decir del reciclado de los petrodólares, que regresan a las economías occidentales desde las zonas productoras del llamado oro negro.
Se trata de planteamientos poco sensibles a precio. Es decir, los movimientos a favor de determinados activos financieros dependen poco del precio de éstos. Incluso el propio mercado inmobiliario ha estado estimulado más por elementos externos -la combinación de altas tasas de empleo y dinero extremadamente barato- que por su propia dinámica. 'Las tendencias de los mercados de bonos, acciones e inmuebles han estado, de forma creciente, al albur de flujos financieros apalancados e insensibles al precio, al contrario de los modelos históricos de valor o del crecimiento de la economía real', señalan los expertos de Pimco. El PER de 25 veces de la burbuja, dicen estos expertos, no significaba nada porque después llegó a 35 veces. Y la curva de tipos invertida, tampoco.
El efecto riqueza inmobiliario palió la crisis de 2000, y ahora la subida de la Bolsa tira de la economía. Pero ya se sabe lo que pasa cuando alguien cree haber descubierto el fin de los ciclos económicos.