Bruselas teme el europeísmo de Ségolène
Quiero que Francia vuelva a la mesa de Europa', anunció Ségolène Royal el pasado domingo durante la presentación de su programa para la presidencia francesa. Y algunos de los comensales sentados a esa mesa temblaron al escuchar el menú de 100 platos que la hierática candidata socialista quiere servir durante los próximos cinco años.
El listado, que incluye desde la creación de un gigante energético nacional con EDF y GDF hasta la introducción de la tasa Tobin para frenar los movimientos financieros especulativos, atenta directamente contra la dieta liberal que impera en Bruselas desde hace casi una década.
Por eso, la Comisión Europea, que siempre contiene la respiración cuando hay elecciones en Francia, sabe que esta vez el resultado de mayo puede ser decisivo para los tres desafíos más importantes que tiene el conservador José Manuel Barroso hasta el final de su mandato: la superación de la crisis constitucional, la reforma de la financiación de la UE y la modernización de la Política Agrícola Común (PAC).
En los tres capítulos, el líder de la derecha francesa, Nicolas Sarkozy, mantiene puntos de vista más próximos al presidente de la Comisión. Royal, en cambio, no ocultó, en su intervención del domingo, su disgusto ante las tendencias que imperan en Bruselas. 'Con la doctrina actual, Airbus no se hubiera puesto en marcha en 1970', espetó a los líderes comunitarios.
Barroso tampoco se ha molestado en disimular sus preferencias. En septiembre recibió la visita oficial de ambos. Tras el encuentro con Sarkozy, el portugués expresó su enorme satisfacción 'por haber podido reunirse con un defensor tan comprometido y elocuente con la causa europea'. Seis días después su departamento se limitaba a tomar nota de la visita de Royal, 'presidenta de la región Poitou-Charentes'.
'En Bruselas se teme a Royal', resume un veterano funcionario francés, 'porque a Sarkozy, a pesar de su falta de europeísmo, se le puede convertir rápidamente'. Un alto cargo español reconoce que 'Ségolène es más europeísta y ha estado relacionada con Jacques Delors a través de su compañero François Hollande, pero bastante impredecible en términos ideológicos y programáticos'.
En general, las fuentes comunitarias consultadas coinciden en que el europeísmo de la francesa 'va más allá' de lo que puede permitirse en estos momentos un club con 27 miembros. Y prefieren el 'pragmatismo' del candidato conservador, que por otra parte encaja con la filosofía que Barroso ha impuesto en la CE.
La victoria de Royal, en cambio, comenzaría por desbaratar los planes que se están urdiendo en Berlín para intentar rescatar una parte del frustrado proyecto de la Constitución Europea (como el reparto de votos en el Consejo, el número de miembros de la Comisión o la presidencia estable de la UE).
Ségolène, a diferencia de su rival Sarkozy, no quiere un minitratado que pueda esquivar por vía parlamentaria a la opinión pública. La socialista propone volver a la casilla cero, para redactar un nuevo proyecto constitucional que sea sometido de nuevo al veredicto del pueblo francés. Como vía para obtener el sí en esa consulta, Royal sugiere 'protocolo social' que permita 'elevar el nivel de vida y la protección social' en toda Europa.
'No quiero una Europa que sea sólo una zona de libre cambio adosada a la OTAN', advirtió Royal el domingo. Y para evitarlo propone medidas tan desterradas en Bruselas como la fijación de un tipo mínimo en el impuesto de sociedades o condicionar las ayudas a las empresas a un compromiso de mantenimiento del empleo.
En definitiva, Ségolène defiende que 'Europa se proteja y nos proteja', mientras que Barroso alerta que 'sería un grave error demonizar la globalización o exagerar sus consecuencias para el cambio social'.
Bruselas tampoco lo tendrá fácil si gana Royal cuando llegue el momento de reformar la Política Agrícola Común (PAC), una iniciativa que con las negociaciones de la OMC como telón de fondo podrían acelerar el desmantelamiento de los subsidios agrícolas.
Royal sólo parece dispuesta a aceptar una 'reorientación' de esas ayudas hacia una agricultura más ecológica. Pero en ningún momento habla de su desaparición. Todo lo contrario. La socialista defiende que 'Europa se alimente a sí misma' y llega a proponer 'una PAC mundial' para garantizar un equilibrio en la producción agrícola.
Las propuestas de Royal no son menos incómodas en política económica y monetaria, donde quiere reformar el Pacto de Estabilidad para excluir el gasto en I+D del cómputo del déficit público e imponer objetivos de crecimiento y empleo al Banco Central Europeo.
Casi todas estas ideas han sido rechazadas con anterioridad en Bruselas. Pero esta vez Royal dice defenderlas con el respaldo de una opinión pública que ha participado en más de 6.000 debates organizados por su partido y que ha enviado a la candidata más de 135.000 contribuciones a través de internet.
'Royal es la prueba de que el No en el referéndum francés no fue sólo un castigo a Chirac', concede un alto cargo comunitario. Tal vez, por tanto, Bruselas no debería temer a Royal sino a Francia.