La apuesta por el etanol pasa factura al maíz
El etanol es una gran promesa. En EE UU se perfila como la alternativa a la gasolina, pero, antes de que este biocombustible responda a las expectativas y reduzca la 'adicción al petróleo' que George Bush diagnosticó a la nación, su desarrollo va a pasar, y muy pronto, una cara factura en la cuenta de la compra y la de la exportación. Y todo porque el precio del producto del que se deriva, el maíz, se ha disparado.
Tradicionalmente, observar el precio del maíz en el mercado de futuros ha sido casi aburrido. Pero los bajos precios en los últimos 10 años han hecho que la industria de la alimentación use este grano para casi todo, incluso para el sirope con el que se endulzan las bebidas gaseosas. Todo esto ha cambiado por el gran momento del etanol, primero como aditivo a la gasolina desde el año pasado en EE UU y como su sustituto con el E85 (85% de etanol y el resto gasolina). Desde agosto, la cotización es estelar.
Ahora, la fanega se cotiza por encima de los cuatro dólares, el doble que el año pasado. Los productores de alimentos -sobre todo los de carne que ceban a los animales con piensos derivados del maíz y que consumen el 60% de la producción de maíz de EE UU- intentan cuadrar sus cuentas para no repercutir sobre los consumidores y no perder competitividad en el exterior. Es un dato relevante para la inflación porque aunque la energía representa el 9% de todos los costes de los consumidores, la alimentación supone el 15%.
El presidente de Tyson Foods, Richard Bond, dice que la fuerte subida del maíz se ha convertido 'en un problema importante para la industria alimentaria'. Bond dijo que apoya el desarrollo de energías alternativas pero que hay que tener cuidado con 'las consecuencias no deseadas'.
Una de ellas es que crezca la superficie dedicada al cultivo de maíz para abastecer a las más de 100 nuevas destilerías de etanol, ahora en construcción, a costa de otros cultivos. Podría ser. En cinco años se ha multiplicado la cantidad de este grano que se destina a estas destilerías y con el objetivo que se ha fijado el presidente Bush de reducir el consumo de gasolina un 20% en 10 años, se espera que la tendencia se acentúe.
Según la Asociación de Combustibles Renovables (RFA), la producción de etanol fue de 3,9 millones de galones en 2005, 4,9 millones el año pasado y llegará a seis en 2007. El problema es que, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Minnesota, que aireó el economista Paul Krugman, ni toda la superficie cultivada de maíz actual podrá sustituir más que el 12% del consumo de gasolina.
Así las cosas, EE UU está recibiendo importaciones de otros países, entre ellos Brasil, que deriva el etanol del azúcar. Su producción es tan eficiente que pese a las tarifas a la importación de 54 centavos por galón y el hecho de que además la producción de EE UU está subsidiada con medio dólar más por galón, el etanol de la que llaman la 'Arabia del etanol' es más barato que el americano.
Con todo, no es más barato que la gasolina (menos cuando el crudo está bajo) y sus costes de transporte son muy elevados. Pero los analistas no esperan que eso desinfle el precio del maíz y aconsejan cautela en la inversión en empresas dependiente de este oro amarillo.
Los mexicanos defienden la tortilla
Tortillas, sí; pan, no. Este era uno de los cantos que decenas de miles de mexicanos, se calcula que unos 75.000, entonaron el miércoles de la semana pasada en una manifestación en el centro de México para protestar la subida del precio de la tortilla, la comida más popular del país. Tanto como el pan en España, aunque con esta referencia los manifestantes se referían al partido del presidente, Felipe Calderón (Partido de Acción Nacional). La tortilla está hecha de maíz y con el precio de la materia prima duplicándose en los mercados por la demanda de etanol en EE UU, la tortilla ha duplicado su precio. El hecho de que haya cuotas a la importación de esta materia prima tampoco está ayudando.Actualmente este alimento básico en la dieta mexicana se cotiza a 10 pesos (unos 0,7 euros) el kilo. Está por encima de los 8,50 que Calderón, poco amigo de intervencionismos, tuvo que imponer en junio del año pasado pero que no parece ser respetado. Por otro lado, ese techo está casi un 35% por encima del precio que las tortillas tenían hace apenas un trimestre en un país en el que el salario mínimo es de unos 54 pesos al día.La tendencia para los mexicanos no es buena y es de esperar que siga la protesta.