¿Y si el consenso estuviese en lo cierto?
Enero no ha podido seguir mejor el guión previsto: Bolsas fuertes, deuda floja, crédito sostenido y petróleo y divisas sin dirección clara. Precisamente lo que esperábamos. Hace unos meses una alineación de astros provocó que se desencadenase la tormenta perfecta, y ésta no sólo continúa, sino que parece refrendarse con cada nuevo dato que conocemos.
En el plano macro asistimos a un aterrizaje de la economía americana suave y sin presiones inflacionistas. Las economías europeas se recuperan en un entorno de tipos al alza pero aún bajos. Japón cuenta poco y los emergentes no hacen mucho ruido -Tailandia y Venezuela son sólo dos ovejas negras-.
A nivel micro las empresas no sólo siguen creciendo -los márgenes parecen ensancharse indefinidamente por el milagro de la globalización-, sino que además mantienen inmaculadas sus hojas de balance. Y en cuanto a los riesgos geopolíticos, visto el impacto en el mercado de lo sucedido últimamente, da miedo imaginar qué tendría que pasar para que los mercados sufriesen.
Este contexto invita a hacer lo mismo que la gran mayoría de los temibles hedge funds: endeudarse en yenes -en caída libre y con tipos al 0,25%- y comprar riesgo. Cualquier riesgo, el cielo es el límite.
Lo que pasa es que todo el mundo está del mismo lado. Y esto, que en sí mismo no debería ser un riesgo, hace que cualquier pieza que no encaje bien en el puzle -y ahora son muchas las que tienen que hacerlo- pueda hacer saltar todo por los aires. El escenario goldilock ricitos de oro, que es como los analistas describen la situación actual, es una de las posibilidades pero no la única.
Me parece muy difícil pensar que al mercado en ningún caso le vayan a asaltar dudas, por lo que creo que una vez más el famoso consenso de mercado no va a acertar. El tiempo lo dirá.
Donde sí estoy de acuerdo con el consenso es en que España es el mercado en el que no hay que estar. Nuestro índice, más que un puzle, es un castillo de naipes construido a golpe de ladrillo que en cualquier momento se puede desmoronar.
José Ramón Iturriaga. Gestor del fondo Okavango Delta y socio de Abante Asesores.