El traicionero mercado de divisas
El mercado de divisas es el más líquido del mundo. Hoy en día es prácticamente imposible que un inversor mueva el cambio de las divisas de bandera, como el euro o el dólar, salvo que haya una acción conjunta por parte de los bancos centrales.
Pero aún siendo un mercado líquido hasta el extremo, no deja de ser volátil, especialmente en algunos cruces entre monedas. Y eso ha provocado no pocos problemas entre los inversores más agresivos.
Sucedió el pasado mes de mayo con el yen, cuya subida repentina provocó un efecto bola de nieve que afectó a todos los mercados. El Banco de Japón retiró mucha liquidez del mercado para evitar un recalentamiento de la economía, y ello provocó una acusada apreciación del yen de casi el 8% frente al dólar entre mediados de abril y de mayo.
Aquella reacción pilló desprevenidos a muchos grandes inversores -gestores de fondos y hedge funds- que habían estado arbitrando con la divisa japonesa.
Básicamente, lo que estaban haciendo es endeudarse en yenes aprovechando que los tipos de interés están muy bajos, en el 0,25%, para comprar activos de riesgo en otros mercados como los emergentes. Cuando el yen comenzó a subir, los grandes inversores se vieron obligados a vender en tromba esos activos para hacer frente a las deudas contraídas en yenes, mayores a medida que el yen se apreciaba.
Mercados emergentes y compañías de pequeña capitalización sufrieron las mayores caídas de la Bolsa en mayo. Y en parte, ese desplome fue motivado por la volatilidad del mercado de divisas y las apuestas apalancadas de los grandes inversores.
El yen se cambiaba ayer con el dólar al nivel más bajo en cuatro años. Los tipos siguen en el 0,25%, y no parece que de momento el Banco de Japón vaya a mover ficha al alza. Uno puede estar tentado, en esta coyuntura, de endeudarse en yenes. Hay, de hecho, entidades que ofrecen hipotecas en esta divisa. Puede ser una opción, pero ojo, porque el mercado de divisas es más traicionero de lo que parece.