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Congregación

Cambio climático y energía, estrellas en Davos

Desde que en 1971, un grupo de directivos europeos se reuniera, invitado por la Universidad de Ginebra, para aprender técnicas de dirección de Estados Unidos, la estación invernal de Davos (Suiza) congrega durante cinco días a miles de personas, entre políticos, analistas y empresarios, para hablar sobre los principales desafíos a los que se enfrenta la economía mundial y de paso, siempre y cuando sea posible, buscarles alguna solución.

Sin embargo, las incertidumbres y riesgos que acechan a las principales economías del mundo han modificado sustancialmente la tradicional agenda de trabajo, protagonizada por las fórmulas para combatir la pobreza y las enfermedades en los países en vías de desarrollo. En esta edición, a las grandes potencias económicas les preocupa el impacto del cambio climático y de la dependencia energética sobre el crecimiento de sus economías, mientras que a los países en vías de desarrollo les inquieta que las negociaciones comerciales con la Unión Europea y Estados Unidos sigan en punto muerto.

El calentamiento global y sus efectos son el primer punto de la agenda del Foro Económico Mundial. Las grandes potencias mundiales, donde se concentra una gran parte de la industria que contamina con gases de efecto invernadero, parecen haber tomado nota del informe elaborado a finales de 2006 por Nicholas Stern, asesor del gobierno británico. En él se cuantificaba que la lucha contra el cambio climático costaría un 1% del PIB mundial al año, pero se alertaba de que si no se tomaban medidas, el coste podría ser del 5% del PIB mundial cada año.

Buena prueba de esta concienciación es que George W. Bush, presidente de Estados Unidos, se comprometió durante el debate sobre el estado de la Unión, pronunciado el martes, a que el consumo de gasolina se reduzca un 20% en ese país en el próximo decenio. Algo impensable en los últimos años, en los que Estados Unidos, junto a Rusia, se habían convertido en las dos únicas potencias mundiales que no habían ratificado el protocolo de Kioto, el mecanismo internacional para evitar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Recortar la dependencia del crudo y la necesidad de buscar alternativas limpias energéticas es la segunda prioridad en la agenda. Así lo dejó claro la presidenta de turno de la Unión Europea y del G-8, Angela Merkel, durante la inauguración del Foro, en la que instó a mejorar la protección del medio ambiente y la eficiencia energética.

Por su parte, los países en vías de desarrollo presionarán para que se reanude la ronda de Doha, suspendida en julio tras no alcanzarse un acuerdo sobre los subsidios agrícolas. Los principales portavoces de esas naciones aseguraron que sólo Estados Unidos y la Unión Europea, por su tamaño, pueden permitirse un colapso total de las negociaciones. En la misma línea, Merkel pidió a los gobiernos de Estados Unidos, UE y a los países emergentes que acerquen sus posiciones. 'Todos tienen que estar dispuestos a mostrar flexibilidad ya que la responsabilidad del éxito se apoya en muchos hombros', apuntó la presidenta de turno de la UE. 'Los esfuerzos no deben concentrarse en el área agrícola, sino también en las negociaciones de bienes industriales y de servicios', concluyó.

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