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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Espaldarazo a las cajas de ahorros

En plena reflexión del sector sobre la conveniencia de retocar la legislación relativa a las cajas de ahorros, el informe elaborado por un grupo de expertos para la Fundación de Estudios Financieros ha colocado el debate en un plausible plano técnico. Es conveniente que el análisis se sitúe, para no abandonarlo, en un nivel en que prime la eficiencia económica y social de las cajas, a la vez que se aleje de las ocurrencias partidistas que contaminan con demasía frecuencia la actividad de unas entidades que suponen más de la mitad del sector financiero.

En esa línea va el informe, presentado ayer en un acto presidido por el gobernador del Banco de España, al reclamar que se rebaje 'el peso excesivo' de los representantes políticos en los órganos de gobierno. No es esta una demanda novedosa, ni tampoco otras que recoge el estudio, como la conveniencia de emitir cuotas participativas, la mejora de la transparencia o el aumento del porcentaje de fondos destinado a obra social. El documento insiste, además, en la exigencia de los mismos criterios de prudencia que a los bancos para hacer compras en el exterior o la defensa, en fin, del actual modelo jurídico, distinto y mucho más eficaz que el de las otras cajas europeas. Pero no por sabidas deja de ser útil recordar la necesidad aplicar estas medidas para el desarrollo del sector, a lo que puede ayudar la fundamentación argumental del análisis.

El trabajo, del que Cinco Días ha dado cuenta detallada en rigurosa exclusiva, sí aporta algunas peticiones novedosas estimables. Una, que en aras de una mayor profesionalización se incorporen a los consejos de administración de las cajas los directivos más notables de las entidades. Y, sobre todo, que la potestad para autorizar fusiones interregionales -que ayer recibieron el apoyo tácito del gobernador- recaiga sobre el Banco de España, y no tanto sobre los Gobiernos autónomos como ocurre ahora. Porque es obvio el conflicto de intereses cuando los grupos políticos participan en la gestión y a la vez en la supervisión de las cajas.

La lógica y la buena gestión hace que la expansión de las cajas se acentúe, pero la racionalidad económica de alguno de estos procesos puede estar en entredicho, cuando en el mercado interior parecen más lógicas algunas fusiones interregionales. Por eso conviene eliminar ciertas inercias de la regulación y supervisión de las cajas en el ámbito autonómico, 'que chocan con la madurez y capacidad profesional del sector, hasta el punto de obstaculizar o mediatizar las decisiones relativas a la estrategia del negocio'.

A pesar de su poco seductor título -Las cajas de ahorros. Modelo de negocio, estructura de propiedad y gobierno corporativo-, el informe se puede interpretar como un espaldarazo a las cajas. Y así es, pero condicionado. Porque los expertos no ponen trabas al crecimiento de las entidades, pero instan a que se perfeccione su gobierno, se refuerce su subordinación a la disciplina de los mercados y se mejore la eficiencia de su regulación y supervisión. También proponen que el debate sobre la conveniencia o no de que las cajas posean grupos industriales se extienda también a los bancos. Es decir, hay mucha tela que cortar. Y en un entorno cada vez más competitivo y complejo el futuro de las cajas dependerá del traje que se les diseñe.

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