Líbranos de este caos en el transporte aéreo
Ni las mejores tecnologías ni una buena organización pueden detener el invierno. La niebla deja en tierra a los aviones. Pero se puede disminuir el impacto de un temporal de frío. Un aeropuerto que funciona bien tiene planes de emergencia; abre oficinas de información (...); los pasajeros son redirigidos (...).
æpermil;ste era el reto que los aeropuertos británicos no superaron la semana pasada. Centenares de vuelos fueron cancelados durante tres días por la niebla, provocando gran tumulto (...). No hay muchas perspectivas de mejora. Este año, el grupo español Ferrovial pagó 10.300 millones para hacerse con British Airways Airports. La compra fue facilitada por una generosa concesión fiscal que permitió que Ferrovial financiara el acuerdo con miles de millones de libras de deuda. Ya no queda capacidad para invertir en lo que los viajeros quieren: colas más cortas, menos aglomeraciones y más comodidad (...).
El Estado no puede dictar a las compañías cómo invertir su dinero, pero sí decidir los términos por los que otorga contratos para gestionar infraestructuras públicas. Y tiene reguladores que pueden decidir si hay monopolios en los servicios de transporte, como los aeropuertos, que permiten a los suministradores quedar indemnes si tratan a sus clientes con desdén.