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Tribuna
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Bienvenido 2007

José Carlos Díez

Las perspectivas para el próximo año son favorables y existe una elevada probabilidad de que la economía mundial crezca de nuevo cerca del 5%, según el autor, que subraya las claves de este dinamismo. En su opinión, el principal riesgo volverá a ser la inflación

Por no abusar de su credibilidad, déjenme advertirles que el contenido de este artículo está basado en hechos reales, y es que la economía mundial volverá a crecer en 2006 próxima al 5%, según la metodología del FMI. Además, la inflación mundial se mantiene alrededor del 4%, un escenario inédito desde los años setenta, antes de los choques petrolíferos.

El petróleo no ha sido una ayuda, ya que marcó un nuevo máximo próximo a 80 dólares por barril en agosto y ha sido la principal causa que ha provocado la desaceleración de la economía estadounidense, algo sobrecalentada. Tampoco han ayudado las políticas monetarias, ya que los bancos centrales han subido tipos, especialmente en los países emergentes, para contener las presiones inflacionistas. Las políticas fiscales han sido anticíclicas, con reducción de los déficits públicos, destacando ahora los países desarrollados y especialmente Japón.

Entonces, ¿qué explica este mundo tan parecido a la Alicia de Lewis Carroll en el país de las maravillas? Las causas son las mismas que en 2006: las innovaciones tecnológicas, desarrolladas en décadas anteriores, continúan su fase de difusión, que es la que más aporta al PIB, a una velocidad y a unos costes que permiten que la mayoría de países se beneficien. Recordemos que los países del África subsahariana, lamentablemente, siguen siendo la excepción que confirma la regla.

Esto, unido a los bajos tipos de interés, el elevado acceso al crédito y la estabilidad salarial, sigue permitiendo que este mundo sea un escenario idílico para acometer nuevos proyectos de inversión. Además, los bienes y servicios, la mano de obra y el capital fluyen por el planeta y eso permite una asignación eficiente de los recursos que emocionaría a Adam Smith o al mismo Alfred Marshall. Conclusión: eficiencia, flexibilidad y productividad, que sigue creciendo próxima al 4%, son las claves que mantienen este mundo diferente.

El crecimiento es el mismo, pero estamos en una carrera de relevos con una sincronización que también asombra. Las condiciones son tan favorables que podemos permitirnos el lujo de que EE UU desacelere y que Asia siga a lo suyo, aumentando sus flujos comerciales y financieros dentro del área. También que los europeos nos enganchemos al carro de la globalización gracias, en buena medida, al acierto de ampliar nuestra área de influencia hacia el Este. Los que siguen aún afectados por el europesimismo y dando vueltas al impacto negativo de la subida del IVA en Alemania es recomendable que tomen dosis de IFO alemán cada ocho horas. Los más rezagados son los japoneses, que continúan digiriendo los excesos de los ochenta.

Las perspectivas para 2007 siguen siendo favorables y asignamos una elevada probabilidad a que la economía mundial vuelva a crecer próxima al 5%. Es cierto que si medimos el crecimiento en dólares de hoy, la desaceleración americana, que crecerá próxima al 2,5%, se dejará notar. Pero si lo medimos en paridad de poder adquisitivo, como lo hace el FMI, hay dos monstruos, China e India, que crecerán un 10% y un 8% respectivamente y que juntos ya pesan más que la economía estadounidense.

El principal riesgo es el habitual: la inflación. Los salarios están perdiendo mucho peso en la distribución de la renta y eso no es sostenible. Cuando los salarios reclamen una mayor parte de la tarta, la inversión en capital no será tan rentable, la productividad moderará, los costes laborales aumentarán y con ellos la inflación. Esto obligará a los bancos centrales a restringir sus políticas monetarias y volveremos a un mundo parecido al de los noventa, con un crecimiento menor y ciclos algo más cortos. El precio del petróleo también es otro riesgo inflacionista, pero parece que la desaceleración de la demanda en EE UU dará un respiro a la oferta y el escenario más probable consiste en precios promedio de 65 dólares por barril en 2007, similares a los de 2006, por lo que el impacto sobre la inflación será neutro.

El ajuste brusco del boom de la vivienda residencial en EE UU frenará el gasto en inversión y el ahorro de familias y Gobierno aumentará, por lo tanto veremos un déficit por cuenta corriente disminuyendo, lo cual evitará un desplome del dólar. No obstante, los ciclos económicos y los tipos de interés se sincronizarán en 2007 y la volatilidad dominará en el mercado de divisas. Beneficios empresariales, bajos tipos de interés a largo plazo y operaciones corporativas mantendrán las Bolsas alcistas, pero los reducidos niveles de las primas de riesgo son un riesgo en sí mismos. El pasado mayo vimos rugir al dragón de la volatilidad en los mercados y en 2007 volverá a hacerlo. Sean cautos y diversifiquen sus carteras.

Para una economía tan apalancada como la española, el escenario sigue siendo extremadamente favorable. El superávit fiscal, la menor presión del petróleo, la recuperación de nuestros socios europeos y las subidas de tipos del BCE permitirán que nuestra economía mantenga su dinamismo y corrija sus desequilibrios. El precio de la vivienda se ha alejado en exceso del ingreso familiar y esperamos una ligera corrección que llevaría a un crecimiento próximo al 3,5% para 2007. También recomendamos prudencia en las decisiones de apalancamiento; como decía Machado, 'sólo un necio confunde valor con precio'.

José C. Díez. Economista jefe de Intermoney

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