De la contigüidad a la causalidad
Apasionante coloquio esta semana en la Asociación de Periodistas Europeos con el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Manuel Conthe. Intercambio dialéctico de gran interés que sube de temperatura cuando se aborda el papel que desempeñan los profesionales de los medios de comunicación bajo el perfil inevitable de agentes del mercado. Por ahí adelante se hace un repaso a las obligaciones de transparencia que incumben a las empresas cotizadas y a la prescripción de ofrecer igualdad de oportunidades a todos, sin reservarse nichos de información privilegiada para beneficiar a los afines a costa de horadar la neutralidad del mercado.
A los periodistas les disgusta que se ponderen los ejemplos de buen comportamiento de los medios anglosajones y aducen el caso Enron y otros de suma gravedad que anidaron en aquellas latitudes. Se comprueba así, al calor de la discusión, que aquella divisa de ávida dólar con la que Salvador Dalí pensaba caracterizar de modo singular a su esposa Gala, es de muy general aplicación. El presidente Conthe sigue una senda conceptual que le permite ocuparse del 'interés siniestro', de las 'cascadas informativas' y del 'poder de las metáforas'. Explica cómo por la competencia minifundista se puede acabar en la irrelevancia y alude a las consecuencias que, en sentido inverso, el tamaño puede tener para convertirse en fuente de autonomía profesional.
Pero el campo de los abusos se extiende más allá del área de interrelación detectada entre medios de comunicación y mercados de valores. Un área que suele estar, como los trenes del nuestro escritor checo Hrabal, 'rigurosamente vigilados'. Un ejemplo de estos días puede venir en nuestra ayuda para comprobar cómo, además de luchar contra la información privilegiada que beneficia económicamente a unos en claro perjuicio de otros, hay otras tergiversaciones informativas cargadas de consecuencias y mucho más difíciles de recibir sanción alguna, por lo que acampan indefinidamente extramuros de la responsabilidad exigible por nadie. Se trata del comportamiento de algunos medios en relación con la instrucción de la causa de la masacre del 11 de marzo.
Manuel Conthe sigue una senda conceptual que le permite ocuparse del 'interés siniestro'
Veamos el diario El mundo mencionado en el auto del juez del Olmo de fecha 5 de diciembre para dar cuenta del conchabamiento del periodista Fernando Lázaro y el policía Celestino Rivera, miembro de una banda de delincuentes. Lo más expresivo del caso son los recursos lingüísticos que utiliza el periódico y que vale la pena reproducir. En efecto, en la edición del día 30 de noviembre en primera página podía leerse en titulares: 'Investigan una trama policial por traficar con Goma 2 ECO en Madrid'. El primer sumario añadía: 'Entre los supuestos implicados figura un agente que estaba en la comisaría de Vallecas la noche en que apareció la mochila sobre la que se sustenta la versión oficial del 11-M'. El segundo aclaraba: 'Las pesquisas tienen su origen en la fallida entrega en agosto de 5 kilos de Goma 2 conectados a detonadores en un parque de Leganés próximo al piso donde murieron los islamistas'.
Obsérvese la maestría del deslizamiento desde la fortuita contigüidad hasta el contundente principio de causalidad. El texto del periódico citado tan sólo afirma que un agente -supuesto implicado en el caso- se encontraba en la comisaría de Vallecas aquella noche en la que apareció la mochila, pieza clave de la versión oficial del 11-M. Pero la redacción es tan hábil que cualquier lector termina encadenando una relación entre el traficante de Goma 2 ECO y la mochila que, a toda costa, se quiere invalidar por considerarla 'sustento' de la 'versión oficial' del 11-M.
El segundo sumario no le va a la zaga porque sitúa el origen de las pesquisas en una fallida entrega de cinco 5 kilos de Goma 2 conectados a detonadores en un parque de Leganés, pero quiere precisar más y señala que se trata de un parque próximo al piso donde murieron los islamistas. O sea que ya completará el lector inteligente la conexión entre una entrega en un parque en agosto de 2006 con los islamistas muertos tres años y medio antes. Entre tanto, los islamistas ya no son suicidas y pudieron ser víctimas de la gripe o del Polonio 210 que les administrara el CNI. Continuará.
Miguel Ángel Aguilar. Periodista