'Hoy día se mantiene un negocio si hay unos valores profundos'
Después de toda una vida dedicada al negocio familiar, sabe que ahora su papel es ejercer de punto de equilibrio con sus sobrinos. Ellos tienen sus opiniones, pero asegura que al final prevalece la suya. Es la figura que imprime respeto.
La historia de esta mujer está ligada al sentido común. Juana Moreno, madrileña, de 71 años, es una institución dentro de Pastelerías Mallorca. Es el pilar, la última y la primera voz, de esta empresa familiar que estos días cumple 75 años. La tercera generación ya gestiona la compañía, y la cuarta también enreda en el negocio, siempre bajo la vigilancia y tutela de la hija de los fundadores. Ya desde pequeña supo que su destino profesional iba a estar ligado al pequeño negocio familiar. Sus respuestas son sencillas, sensatas y alejadas de todo el boato con el que algunos directivos adornan su gestión empresarial. Para ella, aplicar la lógica es la base de su estilo de dirección.
Han pasado 75 años desde la apertura de la primera tienda Mallorca, ¿cómo recuerda sus comienzos?
La empresa fue fundada por mis padres, que eran dos personas inquietas y muy trabajadoras. Poco a poco se fueron haciendo con una clientela fiel en la tienda de la calle de Bravo Murillo (Madrid). Las ensaimadas calientes eran el producto estrella. Después abrieron en la calle de Velázquez y, más tarde, se inauguró la fábrica. A partir de ahí vino el despegue de la compañía. Los principios siempre son duros, pero nos fuimos haciendo con un sitio, a pesar de la competencia. Antes siempre se tomaba un dulce de postre.
¢A un empleado le pido que sea persona. La lealtad es algo que se va demostrando con el paso del tiempo¢
'A mis sobrinos les he dejado hacer siempre y les he permitido confundirse. De los errores se aprende'
¿Usted sabía que su destino profesional iba a estar ligado a la empresa familiar?
Desde que nací. Yo era pequeña y cuando llegaba del colegio a la tienda atendía al público. Cuando fui un poco más mayor me ocupaba de la decoración de los escaparates, de los regalos de Navidad. Creo que desde que nací ya fui empresaria. Lo he vivido como un proceso natural.
Es todo un logro implicar en la gestión a la cuarta generación...
El secreto no es otro que los pilares sobre los que se asienta la propia familia. Todos sabemos que el negocio es lo principal, pero por encima de todo está la familia. Y eso lo hemos hecho de manera natural. Todos sabemos que aunque a veces tengamos que perder parte de nuestros derechos en el trabajo, lo importante es que la familia esté unida. Sin ello, no sería posible que esto hubiera salido adelante. Yo no tengo hijos, y los que han tomado las riendas de la compañía son mis sobrinos. Y yo soy la tía de todos ellos.
¿Cuál es su papel dentro de la empresa?
Soy el equilibrio, ejerzo de balanza. Ellos saben que antes que jefa soy la tía de todos. Tenemos una casa de campo y es ahí donde nos reunimos todos. El día que tenemos consejo familiar, esa mañana desayunamos todos juntos. Hoy día se mantiene un negocio si existen unos valores profundos, y nosotros los tenemos.
Tendrán un protocolo de familia.
Sí, hace años que empezamos a poner ciertas normas para evitar futuros problemas. Por ejemplo, en la empresa sólo puede trabajar la familia, los familiares políticos están excluidos. Hemos contratado a directivos externos, que cubren puestos de relevancia y que no han sido cubiertos por nadie de la familia. Hemos profesionalizado la gestión, a pesar de que somos una empresa conservadora.
¿En qué sentido son conservadores?
En cuanto al personal que trabaja en la compañía. Por ejemplo, tenemos a profesionales que trabajan con nosotros desde hace muchísimos años. Nuestra rotación es muy baja. Premiamos con medallas de oro a los que cumplen diez años en la empresa. Recientemente han sido premiadas 80 personas. Cuando llevan 25 años reciben un reloj de oro, que ya tienen 40 personas. Con 45 años de permanencia en la empresa tenemos a tres personas.
¿Cuál es el secreto para retener a los empleados?
Pagarlos y tratarlos bien, pero además es bueno que vean que aquí pueden desarrollar su carrera profesional. Una persona que empieza desde abajo en la fábrica puede ir ascendiendo y llegar a ocupar un puesto importante. Tenemos 1.100 personas en plantilla.
¿Y qué es lo que le pide a un empleado?
Fundamentalmente, que sea persona. Valores como la lealtad son importantes, pero se van demostrando con el paso del tiempo. A nosotros nos gusta establecer lazos casi familiares con nuestros empleados.
¿Qué consejo le ha dado a sus sobrinos para que mantengan viva la compañía?
Mis sobrinos son estupendos. Cada uno tiene una misión dentro de la empresa y cada uno se ha ido haciendo un hueco para jugar un papel importante. Yo les he dejado hacer siempre y les he permitido confundirse, algo que pienso que es muy importante. Porque de los errores también se aprende. Confundirse es muy bueno. Mis padres me educaron con libertad total y me dejaron poder decidir cosas. Creo que soy un poco pesada con ellos.
¿Por qué motivo?
Porque no me voy de la empresa. Soy de las que sigo trabajando, aunque cada vez con menos intensidad, pero no sé hacer otra cosa. Mi vida es esta empresa. Es lo que he hecho siempre. También sé que es necesario aprovechar el ímpetu de los jóvenes.
Los pasteles no corren peligro
Pastelerías Mallorca cumple su 75 aniversario. Y lo hace con proyectos de expansión en la cartera. Eso sí, advierte Juana Moreno, serán iniciativas que puedan acometer por sí solos. 'Me gustaría que la empresa no se vendiera nunca y que siguiera siendo propiedad de nuestra familia', confiesa.Lo próximo será abrir un Centro de Congresos dentro del Castillo de Viñuelas, donde habitualmente se celebran muchas bodas de postín de la capital, con capacidad para más de 300 personas. En marcha tienen la apertura de una fábrica de más de 14.000 metros cuadrados en el madrileño distrito de Vicálvaro.Lo que también tiene claro la familia Moreno es que el negocio seguirá anclado en Madrid y se expandirá en función del crecimiento de la región. La razón por la que no tienen previsto abrir sucursales en ninguna otra ciudad se debe fundamentalmente a la calidad de los productos. 'Se estropean en horas y todo lo que vendemos se produce en el día. Lo que no se vende lo damos a la beneficencia', asegura.Y declara que no le gustaría que ninguno de sus familiares emprendiera aventuras arriesgadas que pudieran poner en peligro el negocio. 'En una empresa no hay nada seguro, pero tienes que ser un poco conservador'.