Contra toda la corrupción
La existencia de corrupción es una preocupación de primer orden para los ciudadanos, y así lo manifiestan de manera tácita o expresa. Se trata de un problema que no sólo lleva a la indignación, sino, lo que es más grave, al desencanto, un terreno en el que crecen los populismos a costa de la democracia y, a la larga, acaba sentando sus reales el autoritarismo. Es decir, un problema que va contra las mismas bases del sistema en que vivimos.
La corrupción es una pesada losa que impide crecer a muchos países en desarrollo. Pero igualmente anida en los más avanzados, que no deben bajar la guardia en la lucha contra esta lacra. En este sentido parece ir el decálogo Por una nueva política urbanística y del territorio, presentado ayer por el PSOE, después de conocerse una serie de escándalos relacionados con el sector de la construcción y a escasos meses de las elecciones autonómicas y locales. æpermil;stas son, precisamente, las Administraciones competentes en urbanismo.
El decálogo tiene la loable intención de borrar la impunidad urbanística y luchar contra la corrupción. Se trata de un listado de buenas intenciones que no es un fin en sí, sino un marco de actuación, en su mayor parte incluido en la legislación vigente o en trámite. Pero a la vez es un diagnóstico que revela lo crítico de la situación. Baste como prueba lo que, literalmente, dice en su punto décimo: 'Cumplimiento escrupuloso de la legalidad'. Mientras la más nimia decisión y el gasto del último céntimo públicos no estén plenamente justificados y la transparencia no sea la pauta de conducta, la corrupción encontrará terreno abonado.
Preocupa, además, que la denuncia de sucesos irregulares se generalice sólo cuando hay elecciones a la vista o cuando se puede hacer de ellos causa de escándalo político. Es obligación de todos los representantes de los ciudadanos hacer frente común contra esta mancha, ligada con demasiada frecuencia a una de las bases del crecimiento de la economía española: la construcción y sus satélites el urbanismo y la actividad inmobiliaria. El partido que se cruce de brazos ante este panorama no sólo deberá rendir cuentas ante sus votantes, sino ante todos los ciudadanos.