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Columna
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La buena coyuntura económica europea

El Banco Central Europeo (BCE) volvió a elevar el pasado jueves en 25 puntos básicos el tipo de interés oficial (hasta el 3,25%) y ha dejado prever que un alza similar puede tener lugar dentro de un par de meses. Como es conocido, la motivación de la restricción monetaria se encuentra en la estabilización de las expectativas de inflación y en el deseo de consolidar la reputación de la institución monetaria europea. Hay que señalar que esta última decisión restrictiva vino precedida por una desaceleración en el precio del petróleo que contribuyó a que los precios de consumo europeos registraran una tasa interanual del 1,8% en septiembre, que se puede considerar que cumple el objetivo del BCE de situarse por debajo, pero cerca, del 2%.

Además, según se reconoce en el informe trimestral sobre el área euro, publicado la semana pasada, referente al tercer trimestre de 2006, los costes laborales están mostrando un comportamiento muy moderado. Por lo tanto, parece que de momento las expectativas inflacionistas no se han disparado. La nueva subida de los tipos de interés, si finalmente se lleva a cabo, configurará unas condiciones monetarias menos holgadas y también contribuirá a ello.

La coyuntura económica europea muestra unos rasgos muy favorables, gracias en gran medida a la situación de Alemania. El crecimiento económico ha sido fuerte en la primera mitad del año y, aunque parece que se ha moderado en la segunda parte, el crecimiento para el conjunto de 2006 se espera que se sitúe alrededor de un 2,6%, tasa que se ha revisado al alza desde la última predicción.

Los informes económicos sobre Europa destilan optimismo por varias razones. En primer lugar porque señalan que las condiciones del mercado laboral han mejorado, tanto por una reducción del desempleo como también por una mejoría en la productividad. En segundo lugar, el optimismo se apoya también en la composición del crecimiento, con una mayor aportación al mismo de la demanda interna y con un cambio de orientación de la demanda externa hacia los países productores de petróleo.

La tasa de paro se encuentra en un 7,9%, pero hasta ahora no se evidencian síntomas de presión sobre los salarios ya que los costes laborales están creciendo a una tasa moderada del 2,4%. Algunos economistas consideran que la tasa natural de desempleo (aquella compatible con la estabilidad en la inflación) puede haber disminuido respecto a la considerada en el anterior ciclo (alrededor de un 9%). Un hecho peculiar es que el desempleo desciende a pesar de que la oferta de trabajo está aumentando; el ritmo de creación de empleos en Europa desde 2001 es impresionante ya que se estima que supera los cinco millones de puestos.

Con este dinamismo resulta aún más sorprendente la mejora en el crecimiento en la productividad que se está percibiendo en los meses transcurridos del año, que lleva a algunos economistas a situarlo en una tasa superior al 2% para el 2006. Una explicación parece encontrarse en que las empresas ya están aprovechando de forma efectiva las posibilidades de la tecnología de la información e invirtiendo en ella.

Es importante la recomposición en las fuentes de crecimiento de Europa, con una mayor aportación de la demanda interna. La inversión en construcción ha respondido al alza en los precios en las viviendas, pero también se ha acelerado la inversión en equipo dado que las empresas están utilizando la buena situación de sus beneficios (gracias en parte a la moderación en costes laborales) para ampliar capacidad.

Por otro lado, las empresas europeas parecen estar orientando sus exportaciones hacia los países productores de petróleo, con lo que se recicla el gasto en energía. También parece que estos países están orientando cada vez más sus flujos financieros hacia activos denominados en euros, reduciéndose la anterior hegemonía de los denominados en dólares.

Como se ha indicado al principio, los análisis de la coyuntura europea destilan optimismo. No obstante, no se olvidan los riesgos que existen, como son la desaceleración de la economía norteamericana, una nueva alza en el precio del petróleo, la generación de inestabilidades geopolíticas o una reasignación de las inversiones si se modifican las primas de riesgo. Frente a estos factores, sin embargo, hay que señalar que la mejoría en la economía europea contribuye positivamente al equilibrio de la economía mundial y supone un cierto contrapunto a dichos factores de riesgo.

Nieves García-Santos. Economista

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