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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Plomo en las alas de Airbus

Lo primero que demuestra el recrudecimiento de los problemas de Airbus es que el cierre a la crisis de antes del verano se hizo en falso. Entonces se cuestionó la gestión, se cambió la cúpula directiva y se habló de revisar el pacto de accionistas entre Francia y Alemania, que cruzaron acusaciones sobre la responsabilidad en el retraso de la producción del avión gigante A-380. Ahora, con una nueva dirección, Airbus anuncia el tercer aplazamiento en menos de año y medio de las primeras entregas del que está destinado a ser su producto estrella, lo que suma un retraso global de dos años y unas pérdidas estimadas en 2.800 millones. A esta cifra hay que añadir otros 2.000 millones del lucro cesante previsto.

La solución que ha diseñado la empresa es un plan, el Power 8, del que aún se desconoce casi todo, salvo que prevé producir unos ahorros acumulados de 5.000 millones de euros en cuatro años y un recorte anual de costes de 2.000 euros a partir del año 2010, que pretende reducir en dos años el ciclo de producción de los nuevos aparatos e incrementar la productividad un 20%. ¿Dónde y cómo se aplicará este plan? Airbus está obligado a desvelar cuanto antes y con detalle estos términos, que, según ha reconocido su nuevo consejero delegado, Chistian Streiff, implicarán la reorganización de las plantas, y todo indica que un más que probable recorte de plantilla. El grupo EADS tiene un total de 80 plantas y ocupa a 113.000 empleados, de los que 58.000 corresponden a Airbus.

Los problemas industriales de Airbus ya han derivado en financieros. El aumento de sus necesidades de financiación reducirá la tesorería de EADS en 6.300 millones hasta 2010. Pero el coste mayor para el consorcio europeo va a ser en imagen y, consecuentemente, en fiabilidad. Y ese es el mayor lastre en las alas de la compañía, porque los clientes quieren suministradores creíbles que no les desbaraten su planes de crecimiento. Las aerolíneas clientes del A-380, que ya tienen encargados 159 aviones, analizan las consecuencias del nuevo retraso, se replantean los pedidos, revisan sus planes y no descartan 'ninguna opción', incluida la de ejecutar las penalizaciones a Airbus.

Pero esta crisis no sólo afecta a los clientes. Los suministradores, como la española Aernnova, que han cumplido sus plazos, se están viendo también perjudicadas por los retrasos.

El que iba a ser su gran año se está convirtiendo en la peor pesadilla del consorcio europeo. Conviene recordar que Boeing también paso serias dificultades cuando hace décadas lanzó su avión gigante Jumbo 747. La diferencia es que entonces no tenía competidor. Las turbulencias de Airbus, que se reflejan en la caída del 32% de EADS en Bolsa en lo que va de año, pueden ser una buena noticia para el negocio de Boeing.

La asociación internacional de empresas europeas que dio lugar a Airbus era hasta hace poco un modelo de lo que la UE puede hacer en el campo industrial, al competir con solvencia y productos punteros a nivel global. El actual cúmulo de errores puede dar a traste con este gran proyecto. Es urgente se cambiar el rumbo. Y para ello resulta imprescindible que el consorcio empiece a ser gestionado con criterios empresariales y no políticos.

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