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Tribuna
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El reparto autonómico: Ejercicio de prudencia

Al igual que el pasado año, el Gobierno ha seguido optando por la prudencia en la elaboración del Presupuesto. Salvo acontecimientos inesperados, algunos indicios llevan a pensar que el Presupuesto de 2007 esconde un superávit significativamente mayor que el objetivo oficial, como sucederá en el presente ejercicio. El tono tan discreto de los ingresos esperados parece poco acorde con un escenario macroeconómico que mantiene el pulso de la economía por encima del 3% de crecimiento. A pesar de los 4.000 millones de euros que el Gobierno estima de coste de la reforma fiscal aprobada para 2007, no hay razones para que el ritmo de crecimiento esperado de Sociedades e IRPF se tenga que reducir a una tercera parte frente a 2006.

Más ajustadas a la situación, aunque recogiendo los efectos de una desaceleración de la demanda interna, nos parecen las previsiones de recaudación por IVA. El incremento previsto en concepto de IVA de un 7,9% respecto al avance de liquidación para 2006 supone una pérdida moderada de un punto porcentual en relación al crecimiento por este concepto a diciembre de 2005.

Por el lado del gasto, se trata de unos Presupuestos también de carácter menos expansivo que los aún vigentes, con un crecimiento del gasto del 6,7%, similar al de la economía en términos nominales. Es un punto menos que en 2006, pero en algunos capítulos como infraestructuras, del 12,5% aprobado para este año, el nuevo Presupuesto recoge un 8,5%. Esta reducción es tanto más significativa porque 2007 será el primer año de pérdida acusada de recursos europeos dentro del nuevo periodo de programación de fondos estructurales. Las prioridades vienen determinadas por el gasto social y la necesidad de mejorar la productividad. En este sentido, se mantiene el impulso de los créditos destinados a I+D+i, incrementándose en un 31% en línea con el crecimiento del ejercicio anterior.

En definitiva, el Gobierno volverá a disponer de cierto margen de maniobra que le ayude a gestionar posibles tensiones en la financiación de determinadas políticas o de las Administraciones territoriales. De hecho, probablemente con el ánimo de ir ganando tiempo al tiempo y ante las dificultades que entraña en el actual calendario preelectoral alcanzar un acuerdo en la reforma de la financiación autonómica o de las Haciendas locales, el Gobierno central parece salvaguardarse ante nuevas medidas de gasto extraordinario. Sin embargo, esta práctica tiene el riesgo de caer en la dinámica de que las Administraciones territoriales esperen inyecciones transitorias de recursos asociadas a la buena marcha de la ejecución presupuestaria.

Del cuadro macroeconómico que sustenta las principales asunciones del Presupuesto no hay mucho que objetar. Tal vez se pudiera volver a tildar de voluntarismo el cambio hacia una composición más equilibrada del crecimiento pero los indicadores avalan esta tendencia. No debe minimizarse, en todo caso, el riesgo de una desaceleración menos gradual de la deseable si la construcción y el consumo privado se muestran más sensibles al endurecimiento de la política monetaria. A priori el BCE tendrá que adoptar el próximo año una política menos agresiva en las subidas de tipos que en 2006 por las incertidumbres que propicia la consolidación fiscal en Alemania, Francia e Italia.

En este sentido, la prudencia no parece una mala práctica considerando las dificultades de anticipación a un ciclo que, siendo aún muy favorable, ha seguido alimentando el desequilibrio exterior y los desajustes inflacionistas en nuestra economía. Por el momento, mientras el mercado laboral continúe tan dinámico, las economías domésticas podrán seguir soportando crecimientos en el gasto cercanos al 3% como el que se recoge en los Presupuestos.

Socios de Analistas Financieros Internacionales (AFI)

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