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A fondo

Mapfre y sus mutualistas desorientados

Las campanadas de nochevieja traerán algo más que un nuevo año a 5,23 millones de personas, al 12% de la población nacional. Estas personas habrán dejado de ser mutualistas de Mapfre Mutualidad y, en su lugar, dispondrán de 23 acciones de la nueva Mapfre, SA. Sin embargo, el cambio societario más importante jamás vivido por la industria española del seguro es un desconocido para la inmensa mayoría de los afectados por el proceso.

El pasado 30 de mayo, Mapfre anunció su intención de desmutualizar Mapfre Mutualidad, cabecera del grupo, y situar ésta bajo la filial cotizada, Corporación Mapfre. La entidad cambiará su nombre a principios de 2007 por el de Mapfre, SA. La compañía resultante será la cotizada con más accionistas del país, por delante del Grupo Santander, Telefónica y BBVA.

El objetivo de esta maniobra es claro y loable: Mapfre desea jugar en la primera división del seguro mundial. El traje de mutua se ha quedado estrecho para la primera aseguradora española y la transformación en una sociedad anónima facilitará la captación de recursos en el mercado e incrementará su capacidad de endeudarse.

La compensación en efectivo ha disminuido hasta 73 euros porque hay 1,4 millones más asegurados de lo esperado

Y razones para reunir dinero no faltan. En la mesa de José Manuel Martínez, presidente del grupo, hay ambiciosos planes de expansión: Europa, Estados Unidos y Extremo Oriente son algunos de los objetivos reconocidos públicamente por el directivo. 'A la Mapfre actual, con 14.000 millones de ingresos este año, una adquisición pequeña no le aporta nada. Tenemos que empezar a dar saltos de otro nivel', indicó ejecutivo la pasada primavera.

Sin embargo, el cambio societario se está desarrollando de una forma algo distinta de lo esperado. Hace dos días, la Corporación Mapfre comunicó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) los siguientes hechos. Primero, que había identificado a 5.229.786 mutualistas. Segundo, que de éstos, 1.825 habían solicitado recibir su participación en Mapfre Mutualidad en efectivo y no en títulos de Mapfre, SA. Y tercero, que el desembolso en metálico ascenderá a 73,40 euros.

Tres meses antes, durante la presentación de los planes de desmutualización, los máximos ejecutivos de la aseguradora dieron como cifra de referencia que 3,8 millones de mutualistas podrían participar en el proceso.

Mientras, la ampliación de capital prevista para atender los derechos de dichos mutualistas se situó en 383,7 millones de euros, es decir, 120,3 millones de acciones post-split. Según estas cifras, cada beneficiario que se decantase por ser compensado en efectivo debería recibir cerca de 100 euros.

Sin embargo, los cálculos de Mapfre se han quedado cortos. El número de personas con derecho a compensación -es decir, los mutualistas vigentes en el momento de la celebración de la asamblea extraordinaria del pasado 16 de junio y los correspondientes a los dos ejercicios anteriores, así como los titulares de una póliza de Mapfre Agropecuaria- supera en millón y medio las estimaciones iniciales.

La consecuencia inmediata de esta realidad es que, debido a que el pastel continúa siendo el mismo -383,7 millones- la porción correspondiente a cada afectado mengua significativamente, hasta los 73,40 euros.

Por el momento, Mapfre sólo deberá retribuir al puñado de mutualistas (un 0,0003% del total) que han solicitado el desembolso de este dinero. Pero conviene reflexionar sobre el por qué de este bajo índice.

El hecho de que el plazo para pronunciarse sobre la permanencia o no en la propiedad de Mapfre se encontrase marcado por los meses de verano no ha ayudado a participar a los interesados.

El periodo inicial para que los afectados diesen a conocer su voluntad se abrió con la aprobación por parte de la asamblea extraordinaria del proceso de desmutualización y concluyó el pasado 15 de septiembre. Mapfre, sin embargo, no ha advertido con antelación y por escrito de este hecho a sus mutualistas.

Debido a su importancia empresarial, el proceso de desmutualización de Mapfre ha recibido y recibe una amplía cobertura mediática. Sin embargo, la compañía debe establecer una comunicación fluida, directa y estrecha con quienes son, a fin de cuentas, sus propietarios.

El grupo lo sabe, y por eso ha dilatado los plazos para que los mutualistas se pronuncien. En principio, dispondrán de plazo hasta el próximo 31 de octubre de 2007. Y según comunicó la compañía a la CNMV hace dos días, esta vez 'informará por escrito a todos y cada uno de los mutualistas de la forma en que pueden hacer efectivo su derecho'. Un derecho que se mantendrá vigente hasta el 1 de noviembre de 2012.

No es pequeña la tarea que tiene Mapfre por delante. Si la compañía quiere transmitir una imagen de seriedad y transparencia durante todo el proceso de desmutualización de su matriz, el principal obstáculo que debe superar es precisamente la situación de ignorancia respecto del cambio en que se encuentran los pequeños propietarios de Mapfre Mutualidad.

Luz y taquígrafos, pues.

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