Un equilibrio muy complicado
Las Bolsas suelen bajar cuando suben los tipos de interés. Unos sectores más que otros, y unas veces más que otras. Obviamente no existe una ley infalible al respecto. Pero es un hecho. Normalmente los tipos de interés suben porque en el equilibrio entre inflación y crecimiento los riesgos apuntan hacia los precios. Y dejan de hacerlo cuando el riesgo está en el otro lado.
Desde hace varias semanas los mercados han subido con relativa fuerza debido a que ha calado la percepción de que el precio del dinero en Estados Unidos no se va a encarecer más. Las razones son las comentadas: el riesgo de enfriamiento es ya parejo al riesgo de recalentamiento. Así que el mercado tiene dos noticias, la buena y la mala. La botella medio vacía o medio llena que, como es de esperar, se verá de una forma u otra en función del sentimiento y la disposición del mercado.
En cualquier caso, el libre albedrío a la hora de interpretar los números tiene sus limitaciones, sobre todo cuando se vive, como ahora, entre dos aguas. Por eso los comentarios que de desprenden del Libro Beige de la Reserva Federal estadounidense provocan más daños que en otras situaciones.
¿Quiere decir eso que el mercado va a corregir? Posiblemente las subidas de la segunda mitad de agosto se queden para la galería. Los gestores se han metido en el zurrón notables ganancias desde los mínimos de antes de verano, pero posiblemente prefieran esperar a confirmar el escenario positivo antes de apostar por nuevas revalorizaciones de los índices.
Además, como ya saben los inversores, no es lo mismo un mercado alcista de verano que un mercado alcista de otoño. En agosto, con poco volumen y pocas noticias, es sencillo llevar la Bolsa hacia arriba. Ahora bien, estas subidas logradas con facilidad también se pierden sin muchos problemas. A menos que los inversores cuenten con la carta de las operaciones empresariales, que inyectan en la Bolsa no sólo dinero, sino también la sensación de que quien espere demasiado puede perder el tren.