Entrando en agujas
Entrando en agujas es una expresión ferroviaria que viene a decir que el tren procede a su aproximación inminente a la estación. Así parece que se encuentra la llamada Operación Chamartín que ahora prefiere denominarse con mayor exactitud Prolongación de la Castellana y que supone el mayor despliegue urbanístico de la Unión Europea y por supuesto de la historia de la ciudad.
Decíamos ayer (véase en la edición de Cinco Días del pasado 28 de julio la columna titulada En Chamartín, ¿habrá para todos?) que el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón había intentado lucir sus habilidades para fijar la postura del ayuntamiento en torno al proyecto mencionado en la sesión del consejo rector celebrada el 24 de julio, a la que se llegaba después de los acuerdos alcanzados por la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, con la empresa concesionaria Duch (Desarrollos Urbanísticos de Chamartín, SA). La incógnita residía en que el alcalde ignoraba qué había cambiado respecto del acuerdo suscrito entre Fomento y Duch. Para Gallardón el convenio anterior de 2003 estaba mejor sometido al escrutinio público y atendía mejor al interés general.
La apreciación del primer edil madrileño se basaba en que según ese convenio se establecía un canon fijo y otro variable, lo cual permitiría a Fomento estar presente a lo largo de todo el proceso a desarrollar, mientras que la nueva solución anunciada se limitaba a recibir de entrada 1.200 millones de euros y se desentendía del seguimiento del proyecto. Entonces, la ministra explicaba que bajo los nuevos parámetros el desarrollo urbanístico se reducía a cinco años en lugar de los 20 previstos, que las inversiones se multiplicaban por cinco y que se destinaba suelo para la construcción de 2.000 viviendas protegidas.
Ahora disponemos del acta del consejo rector, también llamado de tutela, del 24 de julio pasado que presidió la representante del ayuntamiento, Pilar Martínez López, cuya continuidad en el puesto fue acordada contra el parecer de la representación de Fomento encabezada por Víctor Morlán. El ayuntamiento manifestó en esa sesión que en el tiempo transcurrido habían cambiado las prioridades y que era preciso redefinir las infraestructuras del citado ámbito y que con independencia de los acuerdos a que pudieran llegar Duch y Adif, todas las infraestructuras necesarias para el correcto funcionamiento del ámbito deberían ser soportadas con las plusvalías del mismo.
En consecuencia, la presidenta propuso la constitución de un grupo de trabajo que redefiniera las nuevas infraestructuras y su valoración para establecer después un acuerdo sobre la forma de sufragarlas. Ese grupo de trabajo debería empezar sus tareas el día 15 de este mes de septiembre. Tendría representantes de la comunidad y del ayuntamiento expertos en la valoración del suelo. Otros representantes políticos de ambas instituciones, además de la participación de Duch y de dos asesores urbanistas designados por la comunidad y el ayuntamiento. Hay dudas fundadas de que Fomento acepte semejante formación que abiertamente le excluye.
En todo caso, ahora se ha convocado para el próximo lunes, día 11, una nueva sesión del consejo rector, en cuyo punto sexto del orden del día figura la aprobación de ese grupo de trabajo. Su objetivo sería proceder a una valoración de las plusvalías generadas en el ámbito Prolongación de la Castellana, definir las infraestructuras necesarias para el correcto desarrollo y funcionamiento del ámbito y negociar la aplicación al pago de las infraestructuras de la diferencia de las plusvalías generadas como consecuencia del incremento del coeficiente de edificabilidad en el referido ámbito, que ha pasado del 0,6% al 1,07%, en virtud de la modificación del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid efectuada en 2002.
Es sorprendente una convocatoria en la que también figura la deliberación y aprobación en su caso del programa de actuación del consorcio para el ejercicio 2006, de los presupuestos para ese mismo ejercicio y de la rendición de cuentas correspondientes a 2005. ¿Podría cualquier sociedad proceder con semejante retraso sobre los plazos preceptivos? ¿Entrará el tren en agujas? La solución en el próximo número.