Simplificar el viaje al pasajero
Han pasado casi cinco años desde los atentados del 11-S y la seguridad aérea ha avanzado poco, según el autor, mientras la polémica crece. Su propuesta es el uso de la biometría, más eficaz y menos molesta para los viajeros, y la implicación de los Estados para su puesta en funcionamiento
Desde los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 en EE UU, el transporte aéreo ha soportado una serie continua de medidas de seguridad. Muchas de estas medidas se establecieron precipitadamente sin ninguna o casi ninguna consulta a la industria. El resultado es que cinco años después del 11-S, en las fronteras no se han armonizado aún efectivamente las medidas de seguridad. Los pasajeros soportan aún largas colas y la industria paga 4.400 millones de euros en costes adicionales, cuando dichos costes deberían ser sufragados por el Estado.
La seguridad no tiene que ser incómoda para ser efectiva. Pueden utilizarse las nuevas tecnologías para simplificar, mejorar y asegurar cada viaje. Para dicho fin, se ha creado el Grupo de Interés de Simplificación del Viaje del Pasajero (SPTIG), un grupo de interés autofinanciado compuesto de aerolíneas, aeropuertos, empresas de manipulación en tierra, autoridades gubernamentales y proveedores de tecnología, para desarrollar un viaje para el pasajero seguro y simplificado. La biometría tendrá un papel principal para alcanzar este objetivo.
La biometría puede ser un elemento para aumentar la seguridad. Como una característica única de medida fisiológica o de comportamiento -ya sea huella dactilar, modo de andar o una muestra de voz- una biometría no puede copiarse fácilmente ni ser utilizada por otra persona. Y con aproximadamente 2.000 millones de pasajeros volando cada año, es básica una verificación eficiente automatizada de la identidad y la integridad de los pasaportes se ha convertido en un punto focal de la seguridad.
Cinco años después del 11-S, en las fronteras no se han armonizado aún efectiva-mente las medidas de seguridad
La mayoría de los pasaportes expedidos actualmente pueden ser leídos por medios mecánicos y para 2010 deberán serlo todos, para asegurar que puede intercambiarse información coherente y estandarizada entre Estados para identificación y verificación asistida mecánicamente. En 2003, la Organización de Aviación Civil Internacional (ICAO), que define las normas sobre pasaportes, publicó su proyecto de uso de la biometría o pasaportes-e. En él, la ICAO estableció la tecnología biométrica de reconocimiento facial como la norma global para su uso en la confirmación de la identidad asistida por medios mecánicos. El iris y la huella dactilar se enumeraron como biometrías suplementarias opcionales. La ICAO también estableció las normas para el almacenamiento de la información, que deberían ayudar a solventar las problemas de la privacidad de la información.
El Grupo de Interés de Simplificación del Viaje del Pasajero ha incluido el uso de la biometría, tal como lo define la ICAO, en su Proceso Ideal de Flujo. Este documento establece los pasos ideales que deben tomarse para completar un viaje por avión del modo menos molesto: desde el momento en que el pasajero reserva un vuelo hasta el seguimiento de las formalidades de entrada a su llegada al destino. La biometría se incorpora cuando sea conveniente, por ejemplo en la verificación de identidad, a la entrada a zonas restringidas o incluso en el embarque a la aeronave.
Los procesos automatizados de entrada y salida son la clave para la gestión del crecimiento previsto de pasajeros con recursos gubernamentales limitados. Como resultado, el Grupo de Interés SPTIG realizará activamente ensayos multilaterales que unan iniciativas de control biométrico de fronteras, tales como el Programa IRIS del Reino Unido y el sistema e-Gate del Departamento de Naturalización y Residencia de Dubai. Ambos programas se basan en el uso de la biometría para facilitar a los pasajeros el control de inmigración. Una vez que estos ensayos sean comunes, más y más viajeros pasarán a ser conocidos en más y más países en todo el mundo, de modo que las verificaciones repetitivas de documentos y las largas colas serán algo del pasado.
La biometría no es una panacea para todos los problemas de la seguridad aérea. El uso efectivo depende de muchos factores, siendo no menos importantes los controles férreos sobre la expedición de documentos de viaje y el seguimiento de las normas globales para asegurar la interoperabilidad. Y los Gobiernos deben implantar leyes eficientes sobre privacidad de la información, y adoptar reglamentos que permitan a las aerolíneas leer las biometrías almacenadas en los pasaportes y proporcionar respuestas en tiempo real a las aerolíneas en relación con la información sobre el pasajero recibida por anticipado.