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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Punto y seguido en Estados Unidos

La Reserva Federal de EE UU ha hecho lo que el mercado quería: parar, al menos temporalmente, la subida de tipos de interés que inició en junio de 2004 y que ha llevado el precio del dinero desde el 1% al 5,25% en 17 movimientos iguales y consecutivos. La de ayer ha sido, desde luego, la decisión más difícil que ha tomado el director de la política monetaria de EE UU, Ben Bernanke, desde que dirige la Fed. Buscar el momento de parar la escalada en la subida de los tipos de interés, y decidir posteriormente si la medida es definitiva, no es una ligereza cualquiera, porque de ella depende la primera economía del mundo y, por simpatía, las demás.

Las dos variables de la pantalla de Bernanke para tomar sus decisiones son ahora la inflación y el crecimiento económico. La primera sigue alta, con una tasa subyacente cercana al 3%, un punto por encima de lo deseable, y con el petróleo en máximos. La segunda envía señales de debilidad, con un avance real muy inferior ahora al del primer trimestre del año, y con el paro subiendo como reflejo de una actividad menos vigorosa. Mantener los tipos como estaban supone estimular el crecimiento, pero dar libertad a la inflación, lo que seguramente forzará a retomar en el medio plazo el endurecimiento de las condiciones monetarias. Se trata, por tanto, de un punto y seguido.

El efecto del encarecimiento del dinero tarda varios meses en surtir efecto en la actividad. En Estados Unidos parece que el reflejo contractivo ha podido comenzar ya; pero el control de la inflación no se ha logrado y puede ser excesivamente ingenuo pensar que una menor presión de la demanda va a corregir de inmediato la fortaleza de los precios. Pero otro detalle que no puede pasar inadvertido, siendo Bernanke como es defensor de un dólar fuerte, es el cuidado de los flujos financieros hacia EE UU para financiar su descomunal déficit corriente a través de una retribución atractiva de la divisa. En tal caso, las subidas de tipos seguirán, y contribuirán, por pasiva, a mantener al euro felizmente depreciado frente al billete verde.

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