¿Negocio o revolución?
El alcance real de la revolución energética que auguran algunos productores de biocarburantes sigue siendo, pese al indiscutible auge del sector, una incógnita. No faltan razones ecológicas, políticas y económicas para avanzar por esa senda, pero predecir si permitirá sustituir al petróleo fósil es, literalmente, un ejercicio de ciencia ficción.
Aunque no se puede descartar el descubrimiento de una panacea energética verde, que permita plantear algún día una sustitución significativa del petróleo, no hay motivos razonables para contar con ello. Y a falta de una alternativa revolucionaria, sólo una combinación razonable de energía atómica y renovable, y sobre todo ahorro energético, parece en condiciones de sostener a largo plazo la economía mundial tal como la conocemos. Nada de todo ello impide, por otro lado, que los biocarburantes sean una buena idea e, incluso, un buen negocio.