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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nuevas alertas en el automóvil

Las ventas de coches registraron en julio un descenso superior al 5%, con un ajuste del 7,1% en la demanda de los particulares, según los datos de los fabricantes. Pese a que en los siete primeros meses la caída es más moderada, y que se parte de cifras de ventas realmente altas (más de 150.000 vehículos al mes), la demanda comienza a estar saturada. Esta circunstancia es más relevante si tenemos en cuenta que se suma a una caída paulatina pero incesante en la producción nacional de coches, como consecuencia de un estrechamiento de la cuota de mercado de exportaciones, y también de un continuo desplazamiento de las compras en España hacia modelos importados.

En los últimos meses se han resuelto de forma positiva las crisis abiertas en algunos centros de producción nacionales, aunque en ningún caso puede considerarse definitivamente terminado el proceso de deslocalización de inversiones en un sector tan dinámico, tan competitivo y con márgenes tan estrechos como los del automóvil. Sin perder de vista este riesgo latente de nuevos traslados de producción, la industria debería buscar soluciones para que uno de los negocios más prósperos de la economía española en las últimas décadas, con mayor volumen de empleo y mayores crecimientos de la productividad, siga siéndolo en las venideras.

El mercado da síntomas de debilidad, que puede ser un pasajero agotamiento de la demanda o una razonable incidencia de los altísimos costes de mantenimiento por los precios de los carburantes. Pero marca tendencias que deben servir de guía a la industria. La demanda se desplaza hacia gamas más exigentes, tanto en España, con un vertiginoso y sostenido tirón de los grandes todoterrenos, como en los destinos tradicionales de la exportación española, donde los modelos más básicos encuentran cada vez menos aceptación. Es ésta una manufactura en la que las decisiones no se toman en España desde hace años. Pero ofrecer mejores condiciones para que quien las toma apueste por las plantas españolas sí está en manos nacionales: fiscalidad, formación, logística y flexibilidad laboral.

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