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Tribuna
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Una oportunidad hacia el ahorro energético

El Código Técnico de la Edificación viene a completar el proceso para la regulación del sector de la construcción que comenzó con la promulgación de la Ley de Ordenación de la Edificación de 1999 (LOE). Una transformación acorde con la importancia del sector que dará respuesta a la exigencia creciente de la sociedad española sobre los niveles de habitabilidad de los edificios, que son valorados como prioritarios por la población.

La novedad de este instrumento consiste en que, frente a una normativa hasta ahora basada en procedimientos cerrados y guías técnicas, se pasa a otra en la que se establecen unos objetivos de calidad y un método para alcanzarlos, sin obligar al uso de una solución concreta. Se ofrecen, eso sí, reglas técnicas y ejemplos de soluciones basados en la experiencia de la normativa tradicional. Pero, en contra de lo que sucedía hasta ahora, el código permite aplicar procedimientos sugeridos por los técnicos para justificar el cumplimiento de las exigencias legales. Además, con él se unifica y da estructura coherente a un cuerpo normativo hasta ahora disperso, incompleto e incluso contradictorio, que con frecuencia parecía más pensado para acotar o prohibir que para resolver convenientemente.

Los primeros beneficiados por el Código Técnico son los usuarios. Las alegaciones más comunes entre las asociaciones de consumidores que participaron en la fase de exposición pública del documento tienen que ver con el aislamiento y la demanda energética de las viviendas. Hasta ahora, los niveles de aislamiento térmico utilizados en España estaban lejos de los requisitos de otros países desarrollados. Gracias a la nueva regulación, se incrementarán los niveles de aislamiento térmico acercándose a las exigencias de estos países y, lo que es más importante, reduciendo la demanda energética.

En este sentido, cabe recordar que existe un parque inmobiliario ya construido que cumple con la anterior normativa y si este volumen de viviendas es revisado y renovado, en los casos en que sea necesario, los esfuerzos por reducir la demanda energética de los edificios comenzarán a apreciarse de forma notable.

Teniendo en cuenta la aplicación en otros países de reglamentos técnicos basados en la normativa europea, se puede augurar que la repercusión del nuevo código sobre el rendimiento energético en los edificios se traducirá en un ahorro del 28% del consumo, y por tanto una reducción proporcional en las emisiones de CO2.

A esta preocupación de los consumidores parecen no ser ajenas las grandes inmobiliarias. El 75% de ellas, según datos de la Asociación de Empresas Constructoras de Ámbito Nacional (Seopan), tienen entre sus prioridades el ahorro energético y el aislamiento térmico. Es así en parte por una política de responsabilidad social, pero fundamentalmente, y en tendencia creciente, por la importancia que un buen comportamiento térmico de la vivienda tiene como valor añadido del producto.

La aportación de nuevas soluciones para un edificio distintas a las ensayadas requiere de una actitud propicia en los técnicos. Especialmente en esta primera fase de aplicación del código, que con el tiempo será más sencilla. Pero mientras tanto, es precisamente la capacidad de la que dota la nueva norma a los técnicos para utilizar métodos alternativos lo que propiciará la innovación en el sector.

El nuevo enfoque basado en el establecimiento de objetivos, sin forzar al uso de procedimientos o soluciones determinadas, debe traducirse en una demanda que los usuarios trasladarán a aquellos que promueven, fomentan y financian las viviendas. Y esta demanda tendrá que ser mayor en aquellos aspectos que afectan a las prioridades de los usuarios, tales como las condiciones de habitabilidad y bienestar.

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