El desafío de 'salir del cajón'
Acceder a un puesto en el consejo de administración supone alcanzar la cumbre de una carrera profesional en una empresa. Una meta que resulta difícil si se es mujer. La autora reflexiona sobre cómo avanzar hacia un reparto más equitativo del poder empresarial, un asunto complejo para el que, en su opinión, no caben soluciones simples o aisladas
En el desarrollo de la carrera profesional en una empresa el nombramiento para entrar en el consejo de administración supone alcanzar la cumbre. El porcentaje de mujeres encontrado en todos los estudios realizados hasta la fecha demuestra que son pocas las que llegan. Esta escasa representación femenina suele apuntarse como indicio claro de la existencia del conocido como techo de cristal o, lo que es lo mismo, ese conjunto de normas no escritas que dificultan el acceso de la mujer a puestos directivos.
Pero más allá del argumento de la equidad, cabría preguntarse, bajo una perspectiva de eficiencia, por qué incrementar la presencia femenina en los consejos. Los argumentos al respecto son numerosos. Así, se afirma que la presencia de mujeres en el consejo contribuye a un cambio en la forma en el que éste funciona al aportar, especialmente las consejeras externas, un estilo de liderazgo más participativo, reduciendo así la preponderancia del presidente. La presencia femenina en los consejos es particularmente importante en aquellas organizaciones que tienen una alta cuota de mujeres entre sus consumidores y empleados. En este sentido, se podría decir que las mujeres deben estar en los consejos por una razón de orden muy práctico y es que sobre ellas recaen más del 50% de las decisiones de consumo. Además, existen diversos estudios realizados a partir de las empresas constituyentes del índice Fortune que sugieren una relación positiva entre la diversidad en el consejo y el valor de la empresa.
Un primer paso para conseguir avanzar hacia un reparto más equitativo del poder económico en el caso de España sería conseguir una mayor sensibilización en el mundo empresarial con respecto a la importancia de la diversidad de género en los consejos. Para ello, sería aconsejable la elaboración de estudios fiables y periódicos sobre el tema. En este sentido, se vienen realizando algunos esfuerzos de cuantificación al respecto. Así, según un estudio elaborado por los profesores Mateos, Escot y Gimeno y publicado en abril de 2006 por la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), en las mil empresas más importantes en España por ingresos de explotación, sólo el 6,61% de los cargos en el consejo de administración ocupados por miembros directos corresponden a mujeres. Este porcentaje, aunque ligeramente superior a los encontrados hasta la fecha, sigue siendo deprimentemente bajo.
La principal vía de acceso de la mujer a los órganos de administración de la empresa son los lazos familiares y la implicación directa en la gestión de las cooperativas
En el estudio, además, se identifican algunos de los factores que explican la escasa presencia de la mujer en los órganos de gobierno de las empresas. Así, se encuentra que son las empresas familiares y las cooperativas las que tienen una mayor representación femenina. Esto es indicio de que la principal vía de acceso de la mujer a los órganos de administración de la empresa son los lazos familiares y la implicación directa en la gestión de las llamadas sociedades de participación democrática. En definitiva, parece ser que cuando la mujer está presente en los consejos de administración de la empresas, se debe a que dicha decisión ha recaído, en mayor medida, sobre ella misma o su familia. El estudio de Funcas también encuentra que el tamaño influye, de forma directa cuando nos referimos al tamaño del consejo, pero inversa cuando se trata del tamaño de la empresa. Ahora bien, la relación entre tamaño del consejo y presencia femenina no es proporcional y revela cierta tendencia de las empresas al tokenism, es decir, a incluir mujeres en el consejo por motivos meramente simbólicos.
Pero no se trata sólo de cuantificar, para proponer medidas eficaces a favor de la mujer marginada habrá que intentar encontrar cuáles son las causas últimas de esta exclusión y proponer soluciones adaptadas a cada una de ellas. En este sentido se apuntan tres grandes grupos de problemas no mutuamente excluyentes.
Primero, el perfil buscado en la actualidad para los candidatos a ocupar un cargo en los consejos en muy pocos casos encaja con el que poseen las mujeres, éste es básicamente el de un profesional con 30 años de experiencia en áreas directivas clave. Los programas de formación de directivos o la ampliación de los criterios de selección de consejeros son algunas medidas que podrían plantearse para superar este problema. El segundo grupo de problemas está relacionado con la renuncia de la mujer a la promoción de la carrera profesional a favor de su vida personal. Sería necesario, por tanto, promover no sólo el desarrollo de políticas de conciliación, sino también un reparto más igualitario de éstas. Y por último, nos encontramos con los viejos prejuicios y estereotipos derivados de muchos siglos de discriminación. Algunas de las medidas para paliar este problema son la realización de planes de comunicación interempresarial que permitan a los presidentes de las empresas conocer y nominar para su consejo a mujeres directivas de otras empresas, o la discriminación positiva a través de la imposición de cuotas mínimas.
El tema es pues más complejo de lo que parece y no valen soluciones simples o aisladas. El poder llegar a la cumbre de su carrera profesional es una cuestión que afecta no sólo a la mayoría de las ciudadanas españolas que pretenden desarrollarla plenamente, es también una cuestión clave para las empresas que se pueden encontrar con costes importantes relacionados con una mayor rotación de personal y absentismo entre las mujeres insatisfechas con sus carreras y, en última instancia, es un tema que concierne a todos los ciudadanos en una sociedad demócrata y avanzada. Es hora de que los currículos de las mujeres con talento y capacidad para acceder a estos puestos salgan de los cajones de las mesas de los despachos y empiecen a circular en determinados ambientes hasta ahora vetados para ellas.