Un perfil político no desentona en el BCE
Ni la experiencia en la administración pública de Miguel Ángel Fernández Ordóñez ni su perfil político, dos condiciones que han recibido fuertes críticas del PP, deberían desentonar en el consejo de gobernadores del Banco Central Europeo, donde probablemente se siente como representante del Banco de España a partir del 12 de julio. La mayoría de los miembros de los órganos de dirección de la autoridad monetaria con sede en Fráncfort combinan, como el futuro gobernador español, ambas características en sus densos currículos.
La savia política circula en abundancia por el organigrama de un BCE que en junio completó la primera renovación de su comité ejecutivo. El alemán Jurgen Stark, la última incorporación, pasó su examen ante el Parlamento europeo con un vibrante discurso que aderezaba los conocimientos técnicos con mensajes de inequívoco contenido político sobre la situación de la UE.
No podía ser de otro modo, porque la trayectoria de Stark incluye varios cargos de confianza (llegó a ser secretario de Estado) en el ministerio de Finanzas alemán. Por eso, su tono comprometido ('estoy muy preocupado', comentó sobre el descarrilamiento de la Constitución europea, 'porque la unión monetaria necesita una fundación política común') no sorprendió a un Parlamento que apoyó su candidatura por 359 votos a favor y 110 en contra.
De la Dehesa: 'Lo más importante es el conocimiento y experiencia'
Antes al contrario. 'Me complace mucho lo que oigo', agradeció la eurodiputada del grupo liberal Sophia in 't Veld durante la audiencia de Stark. 'Me parece muy refrescante en tiempos de lo que yo llamo cobardía política'. Pero Stark no es la excepción, sino casi la norma.
Lorenzo Bini Smaghi llegó en mayo a la cúpula del BCE procedente del ministerio italiano de Economía. Tampoco hubo sorpresa. Es más, su predecesor, Tommaso Padoa-Schioppa, ocupa ahora la cartera de Economía en el gobierno de Romano Prodi. Una muestra más del camino de ida y vuelta que une los bancos centrales con la carrera política. 'Ser miembro del Comité Ejecutivo del BCE es incompatible con mantener un cargo, político o no, fuera de la institución', recuerda el economista jefe del Deutsche Bank, Norbert Walker, en un reciente informe sobre los relevos en Fráncfort. 'Otra cosa es la pertenencia o estrecha conexión con un partido político. Eso, por ahora, nunca ha sido un obstáculo'.
El presidente del Centre for Economic Policy Research de Londres, Guillermo de la Dehesa, en una aportación recogida por la Eurocámara, señala que 'lo más importante para un gobernador o para un directivo del BCE no son sus inclinaciones políticas o el gobierno que les propone, sino su conocimiento y experiencia'.
Walker añade que al propio Stark 'se le asocia con la CDU el partido de la canciller Angela Merkel, aunque no esté afiliado', y que Ernst Welteke, gobernador del Bundesbank hasta 2004, era miembro del SPD el partido del ex canciller Gerhard Schröder.
El olfato político también ha sido uno de los méritos de los dos presidentes del BCE. El fallecido Win Duisenberg (presidente entre 1999 y 2003) lo desarrolló como ministro holandés de Finanzas. El actual, Jean-Claude Trichet, como director general del Tesoro francés. A ambos les ha servido para erigirse en referencia de la agenda comunitaria. Duisenberg supo convertirse, ante la pasividad de Bruselas, en la imagen de un acontecimiento histórico como la introducción del euro. Y Trichet, que se exaspera cuando los ministros de Economía hablan de tipos de interés, no ceja, en cambio, de inmiscuirse en sus políticas fiscales y laborales.
Pero la vocación política del BCE no obedece sólo al currículum de sus presidentes. La autoridad monetaria es uno de las pocas instituciones europeas de auténtico carácter federal. Y como tal, osa traspasar fronteras que otras instancias no llegan siquiera a vislumbrar. En ese contexto, el perfil político de un gobernador del Banco de España quizá sea un activo si se suma a su posible valía profesional.