No sólo de Nokia vive Finlandia
Los finlandeses, que acaban de estrenar la presidencia de la Unión Europea, reivindican con orgullo que la industria forestal es su verdadera seña de identidad
En Helsinki, capital de Finlandia, sólo hay un casino y es público. El Estado destina lo que recauda este salón de juegos fundamentalmente a becas y asistencia social a ancianos. Este ejemplo es una buena muestra de hasta donde llevan los finlandeses su idea de 'lo público', algo que les ha servido para tener uno de los mayores estados del bienestar del mundo. Finlandia acaba de recibir el testigo para presidir la Unión Europea hasta el 31 diciembre, y su gobierno tratará de exportar a los 25 su modelo económico basado en el conocimiento.
A diferencia de otros países como Alemania el peso del gasto social (cerca del 30% del PIB) no ha sido un lastre para la economía. Lejos de ello, la economía finlandesa ocupó el pasado año el primer puesto en el ranking de economía mundial, por tercer año consecutivo, según el Foro Económico Mundial.
Pero un país como España, que cae constantemente en este mismo ranking de competitividad, hasta ocupar el puesto 29, podría preguntarse ¿cómo lo ha hecho Finlandia? Timo Kekkonen, director ejecutivo de la Fundación Nacional para la Investigación y el Desarrollo de Finlandia, da una de las claves principales del éxito finlandés: 'fue en los años 70 cuándo nos dimos cuenta que teníamos que centrarnos en potenciar la economía basada en la investigación y el conocimiento'.
'En los años 70 vimos que había que apostar por la economía del conocimiento'
Este es un dato imprescindible para entender dónde ha llegado Finlandia, ya que el proceso de pasar de una economía de manufacturas a otra del conocimiento requiere varias décadas y una fuerte inversión en I+D. Actualmente Finlandia destina a la investigación y el desarrollo el 3,5% del PIB, frente al 1% español.
Este ha sido uno de los elementos que ha propiciado el enorme éxito de la empresa finlandesa por excelencia: Nokia. La compañía telefónica representa alrededor del 13% del PIB finlandés y es el buque insignia del país.
Pero para los finlandeses su verdadera seña de identidad son, sin duda alguna, sus frondosos bosques. Los árboles -fundamentalmente pinos y abedules- ocupan nada menos que el 85% de la superficie terrestre del país.
La industria forestal (muebles, papel y energía) representa el 10% del PIB y el 30% de la producción industrial. Y es responsable de uno de cada cuatro euros que exporta Finlandia y genera el 40% de los beneficios por exportaciones. El 90% del papel producido se exporta, mayoritariamente a la UE.
Pocos lectores conocen que el papel de revistas como The Economist, Time, Elle o National Geographic, sale de las bobinas de la papelera finlandesa M-Real, perteneciente al grupo Metsälitto, que ocupa el décimo puesto en la industria forestal mundial. Algo que mucha gente también desconoce es que la propia Nokia fue en su origen, en 1865, una empresa de pulpa de madera para la fabricación de papel, creada por Fredrik Idestam. Este ingeniero de minas logró una industria muy próspera y dotó de seguro médico, educación y hogar a sus trabajadores. Esto generó un pequeño pueblo alrededor de la fábrica en el sur de Finlandia, que se llamó Nokia y que se fue extendiendo, a la vez que se transformó la industria. De la pulpa de la madera, el pueblo pasó a vivir de la industria del caucho, más tarde de los cables; luego, de la electrónica y, a partir de 1984, del maná del teléfono móvil.
Otra de las claves de la buena marcha de la industria forestal es que sus empresas -que son las principales inversoras en I+D+i- han orientado la gran mayoría de las inversiones en nuevas tecnologías a reducir la contaminación. 'Esto ha reducido prácticamente a cero los vertidos tóxicos de las papeleras', asegura Pertti Laine, director de la Federación de Industrias Forestales de Finlandia.
Además de la industria forestal, de la maquinaria industrial y la electrónica, que representan más de la mitad de la producción finlandesa, el otro gran pilar es el sector químico, con un importante peso en la economía (11%). Toda esta pujante industria ha impulsado el crecimiento finlandés al 2,2% en 2005. Aunque este avance de la economía no está exento de problemas. El principal es la elevada tasa de paro (8%). Los expertos se quejan también de la baja productividad del sector servicios y del sector público, así como del bajo nivel de inversiones extranjeras. Lo que hace menos atractivo a Finlandia son sus sueldos (el salario medio de 2.000 euros mensuales brutos, unos 500 más que el español) en relación con la elevada presión fiscal (30% sobre los salarios).
Ahora que asume la presidencia, Finlandia propone crear una UE innovadora: con un mercado de servicios nuevos; potenciando la inversión en I+D+i; mejorando la movilidad de personas y capitales y potenciando una mayor cultura del asociacionismo, según Kekkonen.
Cortar un árbol en menos de 30 segundos
Olli Oittila va vestido como un auténtico guardabosques del mítico Yellowstone, pero está en Finlandia, a 70 kilómetros de Helsinki, y muestra orgulloso la parte de su bosque que cortó el pasado invierno. Oittila es un típico propietario de bosque finlandés, un país donde el 65% de los bosques son propiedad privada de las familias. Las extensión media en manos de una familia es de 40 hectáreas. La explotación de un área de éstas características 'no da suficientes ingresos para vivir pero es una fuente muy suculenta de ingresos extras'.Estos beneficios rondan los 90 euros por hectárea al año, según Oittila.La tecnología ha llegado también a las familias finlandesas. El propietario del bosque cuenta con un Forest Managment Plan. Se trata de un programa informático de gestión de bosques que segmenta la propiedad por tipos de árbol y edad, con lo que cada año indica qué árboles están listos para ser cortados (son necesarios entre 60 y 80 años). Cuando el propietario del bosque decide qué parte venderá a la industria, negocia su precio con la empresa y la papelera envía al bosque su moderna máquina de talar. Parece un tractor pero es un auténtico caballo de Troya (que cuesta cerca de 500.000 euros) con un complejo ordenador abordo dirigido por una sola persona, que consigue talar, pelar las ramas y cortar en varios trozos el tronco de un árbol de 80 años en 30 segundos. Cuando el trabajo era manual se tardaban tres semanas en talar una hectárea y seis horas con sierra mecánica.