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Javier Urra

'Si hubiera carné por puntos, muchos padres lo perderían'

La violencia se ha colado en las familias. El fenómeno de los hijos que pierden el respeto a sus padres es nuevo y afecta más a España. Javier Urra, psicólogo y ex Defensor del Menor, analiza el problema y las causas en su nuevo libro El pequeño dictador. Lleva 60.000 ejemplares vendidos.

Un libro subtitulado Cuando los padres son las víctimas, convertido en best seller... ¿Tan mal está la familia?

Indudablemente algo no funciona. No olvide que el pasado año la Fiscalía de Menores registró 6.000 denuncias, y sólo intervenimos en los casos en que el niño tiene más de catorce años.

'Hable, dialogue, llegue a acuerdos, pero imponga. Usted es el padre'

Antes, esas cosas que usted cuenta en el libro sólo sucedían en familias rotas o con muy escasos recursos económicos.

Este es un fenómeno nuevo que apenas tiene una década de vida. ¿Por qué se está produciendo aquí y ahora? Las razones son múltiples: los padres intentan seducir, los procesos de separación están muy mal llevados, las mujeres se sienten culpables por dedicar poco tiempo a los hijos e intentan ganárselos. Hay muchas madres mayores y agobiadas, muchos hijos únicos, muchos hijos adoptados con padres que no se sienten con fuerza moral para educar, no sé por qué, y hay además la estúpida conciencia colectiva de que un niño no puede llorar, cuando la sanción siempre ha sido parte de la educación.

¿Europa vive un fenómeno parecido?

Que yo sepa sólo Francia sufre este problema; más agudizado si cabe.

Usted pide a los padres que cocinen a fuego lento la educación de sus hijos, ¿qué recomienda a los profesionales a los que no les sobra tiempo?

Que primen y no se pierdan ni su infancia ni su adolescencia. Siempre se puede sacar un rato para estar con ellos. No hay excusa.

¿Qué le ocurrirá a mi hijo si pasa toda la tarde de una extra escolar a otra?

Pues no lo sé porque cada niño es un mundo, pero me da la impresión de que se perderá su infancia. Los niños agenda no son felices.

¿Cuántas horas debo dedicarle?

Todas las que el niño necesite y demande, pero no hasta el punto de que se haga dependiente. Es una cuestión de sensibilidad. En este despacho yo he pedido a más de un padre que me diga dos o tres cualidades de su hijo y no ha sabido responder.

Nuestra generación se pasó su infancia en la calle y no tuvo tantos problemas.

No es cierto. Hay mucha gente que se enganchó a la droga, tipos que han destrozado su vida y tres o cuatro parejas con sus respectivos hijos… Pero es verdad, antes había tres criterios que hoy se han perdido. Uno, el padre era la autoridad; dos, al profesor había que tratarlo de usted, y tres, el ciudadano tenía capacidad moral para recriminar a un menor… Hoy los roles se confunden. Hablen, dialoguen, consensúen, pero imponga, usted es el padre. Su hijo se lo agradecerá mañana, sin límites terminará siendo un neurótico.

Y si me sale rana...

¿Por qué?, ¿porque no cumple las expectativas que usted se había creado? Yo formularía la pregunta al revés: ¿Está contento mi hijo con su padre? De vez en cuando deberíamos mirarnos al espejo.

Dígame. A buen seguro, ¿cuándo mi hijo se ha convertido en un tirano?

Sin duda, cuando los padres de los amigos de su hijo no le invitan a su casa. O cuando todos, incluidos los abuelos, miran a su hijo con cierto estupor.

¿Qué hacemos con los padres incompetentes?

Le aseguro que si existiera el carné por puntos para padres muchos lo perderían. El problema es que muchos padres no quieren ser adultos. Yo quiero tener, yo quiero vivir, yo quiero viajar, ¿y sus hijos?

¿De verdad que hay padres que no quieren a sus hijos?

En este mismo despacho he tenido a una madre reconocidísima que le ha llegado a decir a su hijo: ya te he dicho muchas veces que quise abortar…

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