El secreto de las bicefalias
Silviya Svejenova y José Luis Álvarez analizan la posibilidad de compartir el puesto de primer ejecutivo en una empresa y desmitifican el tradicional diseño del poder corporativo.
La imagen del jefe todopoderoso y carismático domina la práctica empresarial, las portadas de la prensa profesional y el pensamiento académico. Sin embargo, como afirma Drucker, podría ser que el liderazgo personal esté en el trasfondo de algunos problemas de dirección y gobierno corporativo. La complejidad y la dinámica de los entornos actuales exigen competencias ejecutivas y estilos de liderazgo difíciles de encontrar en una sola persona, por muy bien preparada y capaz que ésta sea. ¿Cuál podría ser la alternativa? En el libro Sharing executive power (Compartir poder ejecutivo), fruto de más de cinco años de investigación, buscamos reivindicar las bicefalias como una alternativa, factible y útil -sin que sea perfecta o permanente, ni siquiera hegemónica- al tradicional liderazgo individual.
El libro desmitifica diversos supuestos sobre el diseño del poder corporativo. Por ejemplo:
El mito de la excepcionalidad. Se demuestra que las bicefalias son más frecuentes de lo que pueda parecer. Existe un amplio abanico de empresas al frente de las cuales funcionan muy eficientemente parejas o tríos de ejecutivos. Por ejemplo, funciona o ha funcionado sobre todo en organizaciones que combinan actividades muy diferentes, como en sectores creativos, que barajan el arte con el negocio, o en empresas intensivas en conocimiento, que necesitan combinar la investigación y el desarrollo con la perspicacia empresarial. Abunda en las empresas familiares, cuando el poder pasa de una generación a otra, pero también en grandes empresas complejas, como European Aeronautic Defence and Space Company (EADS); Imax, la empresa tecnológica de entretenimiento; Fortis, el proveedor de servicios financieros integrados; Veronis Suhler Stevenson, el banco de inversión de los 'media'; Sapient, empresa de consultoría en innovación empresarial de elevado crecimiento, el Bufete de Abogados Uría o el Banco Popular, que han tenido o tienen bicefalia en la cúpula.
El mito del liderazgo singular. No hay un patrón universal del buen líder -los hay más orientados a la tarea y otros más volcados en las personas, los que lideran dentro (lo que en inglés llaman 'Mr. Inside') y los que dirigen con enfoque hacia fuera de la empresa (los llamados 'Mr. Outside'), los que insisten más en la planificación y los que priman la ejecución, los que inspiran la innovación y los que enfatizan el control. Y es muy difícil, si no imposible, que estas capacidades y comportamientos tan diferenciados se puedan encontrar en un solo individuo. Por eso, compartir el liderazgo podría ser una solución contingente a determinadas situaciones.
El mito del poder disminuido. Compartir el poder en un mismo puesto no implica que los ejecutivos en el binomio dispongan de menos poder que si fueran el jefe singular. Por el contrario, si se diseñan y gestionan bien, las parejas ejecutivas pueden incrementar el capital político y la influencia del puesto ejecutivo, ya que ser dos les permite gestionar un mayor número de intereses dentro y fuera de la empresa, utilizando estilos diferentes. El poder organizativo no es una cantidad predeterminada. Puede crecer o disminuir dependiendo de las estructuras elegidas y las capacidades de los directivos.
El mito de la responsabilidad reducida. Liderar en pareja no presupone confusión sobre quién tiene la responsabilidad. Al contrario, con una selección adecuada de los miembros del binomio y el establecimiento de normas transparentes y compartidas de compromiso, la responsabilidad puede mantenerse al más alto nivel en las bicefalias empresariales.
El libro identifica varias ventajas principales de una buena bicefalia: dotar mejor el rol de la dirección general o presidencia. Estos cargos afrontan demandas y exigencias múltiples y divergentes y, en ocasiones, contradictorias. Tener a más de un incumbente, incrementando la variedad de habilidades, contactos y estilos, puede ser un diseño de la estructura de poder muy eficaz. Asimismo, permite desarrollar y llevar a cabo estrategias en entornos muy complejos e inciertos. Compartir el puesto puede mejorar la calidad de las decisiones. Se reducen los riesgos en la sucesión en la cúpula. La bicefalia permite a las empresas garantizar la continuidad, por ejemplo, en situación de abandono súbito de alguno de los altos directivos.
Para que la bicefalia sea estable y sostenible, la dirección ejecutiva compartida debe diseñarse teniendo en cuenta sus roles e interacciones: sus ámbitos separados y compartidos de actividad y los mecanismos de comunicación y coordinación internas y externas. En la obra se señala que, para que la pareja o el trío tengan éxito, es necesario que los dos o más ejecutivos que la representan posean distintos conocimientos, experiencias, habilidades, estilos, redes de contactos.
Pero además tienen que ser capaces de compartir el poder: dispuestos a aceptar otros puntos de vista y capaces de comunicarse. Deben compartir valores y criterios sobre el proceso de la toma de decisiones, así como una misma visión sobre el futuro de la empresa, pero también resolver las desavenencias en privado, hablar hacia fuera con una sola voz. Las bicefalias, como los buenos diseños organizativos, no son la solución universal, pero en determinadas situaciones pueden ser la mejor alternativa.