Fútbol y 'management': lecciones de esta Liga
El pasado sábado concluyó la 75 edición del Campeonato Nacional de Liga. A lo largo de 38 jornadas, los 20 clubes de Primera División nos han ofrecido el espectáculo de la lucha por el título, la dura competencia por los puestos de Champions League y UEFA, y entre los equipos más modestos, su particular guerra por evitar el descenso. ¿Qué lecciones nos ha dejado la Liga de las estrellas?
Barcelona: El club culé ha sido el justo vencedor de la Liga y la Champions acreditándose como el mejor equipo español y europeo. Eto'o, Ronaldinho o Messi son aclamados como responsables del éxito blaugrana, aunque nosotros queremos subrayar la labor a la sombra, discreta pero eficaz, de Frank Rijkaard.
El holandés ha dado muestras de una sabiduría callada. Sin aspavientos ni altanería, con normalidad y serenidad, ha sabido conducir al equipo al logro de objetivos. Su carácter pausado y aparentemente distraído le quita protagonismo -y presión- y le permite concentrarse en lo que es importante, ganar partidos y títulos. Rijkaard sabe que el liderazgo no es una carrera de popularidad sino, como señala Warren G. Bennis, 'la capacidad de convertir visiones en realidades'.
Se estima que el ambiente de trabajo determina entre un 30% y un 40% los resultados del negocio
Real Madrid: Con un presupuesto superior a los 300 millones de euros -el más alto de la categoría- y unos gastos de personal deportivo por encima de los 100 millones de euros, el club madridista se ha quedado otra temporada en blanco.
Los tres factores determinantes de un buen desempeño son: saber (competencias), querer (motivación) y poder (contexto). Los jugadores del Madrid saben mucho -tienen talento-, quieren menos -el éxito del pasado puede conducir al aburguesamiento del presente- y pueden nada -el contexto no acompaña-.
Los entornos son liberadores o aniquiladores, hacen que aflore o se diluya lo mejor de cada individuo y tienen un poder arrollador en los comportamientos de las personas.
Con varios cambios de entrenador (Camacho, Queiroz, Luxemburgo, López Caro), idas y venidas de presidentes (Florentino Pérez, Fernando Martín, Gómez-Montejano), y declaraciones inoportunas de algunos jugadores, el ambiente no es el mejor para que el talento se expanda. Con palabras de Jorge Valdano: 'Dentro de un equipo que no funciona bien, cada jugador parece peor de lo que es. Sin embargo, cuando reinan valores como el respeto, el afecto y la solidaridad, todos terminan pareciendo mejor de lo que son'.
Un dato: se estima que el ambiente de trabajo determina entre un 30% y un 40% los resultados del negocio.
Sevilla, Villarreal, Osasuna, Celta y Getafe: El club del barrio sevillano de Nervión, campeón de la Copa de la UEFA; el Villarreal, semifinalista de la Champions; Osasuna y Celta, con presupuestos modestos y en puestos europeos, y el Getafe, como equipo revelación otro año, nos han dado una lección de cómo las victorias son más una cosa del conjunto que la mera acumulación de individualidades.
En la coreografía del éxito intervienen personas con contribución diferente y en muchos casos menos vistosa, pero igualmente relevante. Los futbolistas y el entrenador son los gladiadores del espectáculo, pero conviene no olvidarse de la labor del cuerpo médico que acelera las recuperaciones; de los fisioterapeutas que se encargan de la puesta a punto del jugador; del preparador físico que facilita que el organismo aguante esfuerzos excepcionales, o de la afición que inyecta ánimo incondicionalmente.
Con el traje de llanero solitario las posibilidades de éxito son siempre limitadas, porque nada interesante se puede lograr sin la unión de otros esfuerzos que nos complementen. Cualquier persona tiene taras que necesitan ser equilibradas con las fortalezas de otros miembros de la organización.
A los más inseguros, aquellos que se sienten amenazados por poner sus capacidades al servicio del grupo, habría que recordarles, siguiendo al pensador José Aguilar, que 'las individualidades no se anulan cuando se integran en un proyecto colectivo. Al contrario, la conjunción de muchas voluntades en un objetivo común extrae de ordinario lo mejor de cada uno. Las empresas de éxito suelen tener un rendimiento sobresaliente gracias a gente que pone en juego capacidades por las que no es fácil fijar una compensación económica: imaginación, entusiasmo, constancia...'.
Real Sociedad y Athletic de Bilbao: Los dos equipos vascos, con una larga tradición en la Liga española, han sufrido una de sus peores temporadas y nos han recordado que la gestión del cambio no es una posibilidad sino una necesidad. De la historia no se vive, por lo que es imprescindible tener un constante inconformismo ante el futuro, como vacuna frente al acomodamiento. La aparición de nuevos competidores, los cambios regulatorios, los nuevos gustos de los consumidores... pueden dar al traste cualquier proyecto empresarial.
Atlético de Madrid: Bien podría aplicarse esa frase de que 'no hay buen viento para quien no sabe adónde va'. Con uno de los presupuestos más altos (90 millones de euros) no ha pasado del décimo puesto y otro año se ha quedado fuera de Europa, 'un deber irrenunciable', según su presidente. Al club colchonero le falta rumbo y no hay nada peor en una organización que estar desorientado. Se ha cambiado de entrenador en varias ocasiones (Manzano, Ferrando, Bianchi, Murcia), se han fichado jugadores caros (Petrov, Kezman, Gallettti), pero el barco no encuentra la dirección correcta.
Cádiz y Alavés: Recién ascendidos, han vuelto a la categoría de plata, lo que pone de manifiesto que moverse por las altas esferas tiene algunos privilegios pero también muchas servidumbres. La presión, la responsabilidad y las obligaciones crecen exponencialmente con el glamour de la competición. El danés Michael Laudrup decía en cierta ocasión: 'Hay futbolistas muy buenos en Segunda División que al pasarlos a Primera se hunden, no pueden con la responsabilidad'.
Nos queda por delante un Mundial que seguro nos deparará nuevas e interesantes enseñanzas además de alguna que otra sorpresa. Suerte a la Selección Española.