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Energía

Enron, la pesadilla del sueño americano, queda sola ante el jurado

El juicio contra los responsables de la empresa convertida en el icono del fraude llega a la recta final

No sólo perseguí el sueño americano, sino que lo conseguí. Supongo que ahora puedo decir que en los últimos años también he conseguido vivir la pesadilla americana'. Son declaraciones de Kenneth Lay, el ex presidente de Enron, el gigante de la energía e intermediación que bajo su mandato y el de Jeffrey Skilling como consejero delegado, se convirtió tras su explosiva quiebra en 2001 en el icono del desgobierno empresarial y el fraude. Con estas y otras frases en este mismo tono lastimero, Lay, de 64 años, ha aprovechado su imagen afable para interpretar un papel de víctima en la causa que se sigue en Houston contra él y contra Skilling, y que llega a su fase final.

Hoy, tras 16 semanas de juicio que han incluido el testimonio de los dos acusados, el juez del caso, Simeon Lake, dará al jurado instrucciones para deliberar sobre la inocencia o culpabilidad de estos dos ejecutivos a los que se acusa de conspiración y fraude, delitos que dieron lugar al colapso de la empresa, la ruina de sus empleados e inversores y abrieron la caja de los truenos sobre la confianza en el mundo empresarial. Sobre Lay pesan seis acusaciones. Sobre Skilling, 28. Estas acusaciones les pueden mandar a la cárcel por una decena de años. Las instrucciones son previas a las conclusiones finales de los abogados. En un revés para la defensa, Lake, decidió la semana pasada recomendar al jurado que considere si los acusados evitaron deliberadamente saber qué pasaba en la empresa. Es decir, si optaron por una 'voluntaria ceguera' o 'la defensa del avestruz'.

Para la acusación, el Gobierno, es capital ganar este caso y recuperar credibilidad en su lucha judicial contra el fraude empresarial. Hasta ahora, la fiscalía ha sufrido varias derrotas y, sobre todo, un varapalo asestado por el Tribunal Supremo que anuló la sentencia contra la ya difunta Arthur Andersen, auditora de Enron.

Lay dijo que el fin de Enron fue culpa del pánico del mercado, los especuladores y la prensa

Las instrucciones al jurado son un golpe para uno de los pilares de la defensa que se ha apoyado en que ni Lay ni Skilling se dieron cuenta de que las cosas iban mal. De hecho, durante el juicio, Lay aseguró que creía y aún cree que Enron era una 'empresa sólida' y por eso recomendaba a sus trabajadores invertir sus pensiones en acciones de la empresa y dijo que no mintió sobre aspectos financieros de la compañía. Es más, Lay aseguraba que la mayoría de sus subordinados (muchos de ellos ahora testigos de la acusación) no cometieron ningún delito pero que se declararon culpables por presiones de la fiscalía, es decir, del Gobierno.

Buscar culpable

Entonces, ¿quién tuvo la culpa? En el banquillo, Lay y Skilling, han argumentado que Enron se hundió no por las manipulaciones de sus cuentas como explicaron los testigos de la acusación, sino por el pánico que se desató en el mercado, por los intereses de los shortsellers (inversores que apuestan por que el valor va a caer) y los artículos de prensa que dudaban de los negocios de la empresa. Fundamentalmente Lay arremetió contra The Wall Street Journal que cuestionó la ética del financiero Andy Fastow. Lay llegó a decir en su testimonio que el Journal 'estaba en una caza de brujas' contra Enron y Fastow. No obstante, terminó aceptando que cuando se dio cuenta de los negocios oscuros de Fastow lamentó el día que lo contrató.

Fastow, que se declaró culpable y fue testigo de la acusación, dijo haber seguido órdenes y que con respecto a las cuentas, Skilling le había pedido 'más jugo'. El ex consejero delegado lo negó. En sus conclusiones la acusación recordará al jurado las declaraciones de los testigos que apuntan a la culpabilidad de los dos responsables de Enron y a las muchas inconsistencias de las declaraciones de los acusados. La defensa atacará la credibilidad de los testigos de la acusación (la mayoría se ha autoinculpado) y el hecho de que no hay casi documentos que acrediten la culpabilidad de sus patrocinados. Al final de semana ambos quedarán solos ante el jurado.

Dos personalidades, en el banquillo de los acusados

Es poco frecuente que en un juicio como el de Enron los acusados testifiquen. No obstante, tanto Ken Lay como Jeffrey Skilling se sentaron en el banquillo y afrontaron las preguntas de los abogados para negar que escondieran pérdidas a analistas, empleados y reguladores a través de sociedades fantasmas y presentaron beneficios tan altos como falsos.Lay, partía con situación de ventaja con respecto a Skilling. Acusado de seis delitos de conspiración y fraude, quien fuera presidente y consejero delegado, usó su gesto amable y numerosas alusiones a su religión para redondear su papel de víctima acusada, asegurando que Enron era lo que más quería a pesar de que vendiera parte de su cartera de acciones en la empresa.Skilling, que ha tenido problemas con la bebida y depresión, ha presentado una imagen muy inestable y ha reaccionado con un humor muy voluble a las preguntas. æpermil;l lo ha tenido más difícil. Abandonó su puesto cuando la empresa empezaba a tambalearse, algo que empaña más su credibilidad. Además, testificó ante la SEC y el Congreso y sus palabras no son del todo congruentes.

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