Razonable y positivo
El acuerdo para la reforma laboral.El proceso de diálogo social culminado ayer supone, en opinión de los autores, un paso adelante en la buena dirección para establecer un nuevo modelo de crecimiento. No obstante, para su consolidación será necesario seguir profundizando en las reformas estructurales
El acuerdo social es, sin duda alguna, una excelente noticia para nuestra economía, en estos momentos en los que el optimismo se enfría por una alta inflación, un euro caro, un déficit por cuenta corriente disparado y el petróleo por la nubes. A pesar de este desalentador panorama, nuestra economía sigue creciendo (un 3,5% según la última estimación) y creando empleo, aunque sus dos principales motores, la construcción y el consumo, podrían estar ralentizándose. El decreto-ley que recogerá los acuerdos alcanzados supondrá un magnífico mensaje de estabilidad, mejora y modernización de nuestro mercado laboral.
Muchos han sido los factores que se han conjugado para permitir nuestro espectacular crecimiento del empleo y riqueza durante la última década. Uno de los más destacados ha sido el clima de estabilidad y moderación laboral impulsado por los grandes acuerdos sociales. Mientras que el clima social en otros países de nuestro entorno europeo -véase Francia- ha sido conflictivo y errático, el nuestro ha sido casi una balsa de aceite. Y eso es muy importante para el mundo de la empresa. Con este nuevo acuerdo garantizamos un marco laboral estable y razonable, un claro mensaje de optimismo en medio de tantas noticias desalentadoras.
El reciente acuerdo laboral nos llega, tras un complejo y prolongado proceso de negociación que comenzó en julio de 2004. Ha durado casi dos años y momentos hubo en los que pareció que iba a naufragar. Hoy, tras el éxito, debemos comenzar a valorar su contenido.
Es de valorar el marco estable que nos deja para los próximos ejercicios
Disponíamos de dos tipos de contratación indefinida. El tradicional, con una indemnización de 45 días, y el del fomento de la contratación -hijo de la reforma del año 1997-, con 33 días.
Lo ideal hubiera sido que todos los nuevos contratos indefinidos hubieran pasado a 33 días, más en consonancia con la media europea, respetando los derechos de los trabajadores contratados con el tradicional. No ha sido así de forma directa, aunque sí indirecta, al aplicarse para la transformación en fijos de todos los temporales suscritos antes del 31 de diciembre de 2007. Es decir, que muchas empresas tendrán como temporal a un trabajador durante varios meses para después convertirlo en fijo de 33 días con unas bonificaciones, además. Esta vía intermedia hará que el proceso de transformación a fijos se prolongue durante lo que queda de 2006 y todo el próximo ejercicio.
En cuanto a las bonificaciones, podemos considerar que racionalizan y mejoran en algo las existentes. La reducción de las cotizaciones empresariales tanto al desempleo como al Fondo de Garantía Salarial (Fogasa) deben ser bien recibidas. Disfrutamos en estos momentos de un abultado superávit en las cuentas del Inem, por lo que cabe la reducción de cuotas -que beneficia al empleo al reducir sus costes totales- y la mejora de prestaciones del Fogasa y de desempleo. Se debería haber llegado algo más allá, creando un Fondo de Reserva para el desempleo, similar al que ya funciona para las pensiones.
Quizá las medidas más innovadoras lleguen de mano de los artículos que limitan el encadenamiento de contratos temporales, cuyo abuso venía suponiendo una fuente de precariedad inaceptable. Así, si un trabajador ha estado contratado como temporal durante 24 meses en un periodo de 30, pasará de forma automática a fijo. Si este acuerdo hubiera tenido efectos retroactivos, hubiera supuesto una auténtica revolución. Su alcance será más limitado al aplicarse sólo a los contratos en vigor o suscritos posteriormente a la fecha de entrada en vigor de las reformas legales. Se introducen modificaciones en lo referente a los contratos de formación, inserción y en la subcontratación de los de obras o servicios.
Un acuerdo que supera el tradicional marco de negociación social es el que determina el incremento de los efectivos de la Inspección de Trabajo y la creación de determinados órganos de gestión. Algo similar ocurre con los Servicios Públicos de Empleo. Creo que debería ser el Gobierno quien se tendría que haber anticipado en estas materias.
En resumen, que la reforma laboral supone un buen paso adelante en las líneas abiertas en 1997. Y además de sus contenidos, debemos valorar el marco estable que nos dejan para los próximos ejercicios. Enhorabuena a todos los que lo hicieron posible.