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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Larga vida al ciclo económico

Hace unas semanas, el ministro de Economía, Pedro Solbes, comentaba que veía despejado el horizonte al menos hasta 2009. Esto supone tres años adicionales garantizados de notable crecimiento económico que, sumados a los que ya acumula el ciclo alcista iniciado en España en 1994, consolidan el que puede ser el periodo más largo de crecimiento ininterrumpido de la actividad en España. Aunque la vista no alcance tanto, los empresarios si tienen claro que la marcha de la actividad será positiva en los próximos trimestres, a juzgar por las opiniones vertidas en el Barómetro Empresarial que publica hoy Cinco Días.

En esta décima oleada de la consulta elaborada por Metroscopia desde finales de 2003 se consolida la mejora de las expectativas iniciada en el otoño de 2005, tras unos trimestres de moderado pesimismo. Además, la inquietud despertada por el nuevo Gobierno en la primavera de 2004, sólo amortiguada por la figura de Pedro Solbes como conductor de la política económica, ha quedado definitivamente atrás. Y el futuro puede consolidar para siempre la confianza en el marchamo de la economía si, tal como expresan, esperan y desean los empresarios, ha llegado el principio del fin del terrorismo en el País Vasco y en España.

Ventas, beneficios, inversiones y creación de empleo serán variables que mejorarán en los próximos meses a juzgar por la opinión de los empresarios consultados. æscaron;nicamente aquellos que dependen más directamente de la actividad exterior comienzan a apreciar nubes en el horizonte. Esta opinión reservada confirma que la pérdida de competitividad, dolencia que han destacado los expertos y que el propio Ejecutivo reconoce, ha empezado a mermar las expectativas de las empresas, cuando no sus propias cuentas.

Por ello, además de los importantes planes de estímulo a la exportación e inversión de varias zonas emergentes del mundo que ha diseñado el Gobierno, las empresas y las plantillas deben buscar mecanismos internos para ajustar los precios finales de los bienes y servicios a una demanda cada vez más selectiva y competitiva del exterior. Y no pueden esperar a ver qué ocurre, porque una vez que el mercado ha dado la espalda el esfuerzo para recuperarlo es muy superior, y puede tener un coste importante en empleo.

Los empresarios han acogido sin sobresaltos las reformas que ha planteado el Ejecutivo, que pueden tener algún coste no necesariamente reflejado posteriormente en el resultado. No ven dificultades aparentes, más allá de actividades manufactureras muy concretas, en la aplicación de la ley antitabaco o de igualdad. Además, acogen con generosa satisfacción la anunciada ampliación de los colectivos a los que se puede aplicar una indemnización por despido de 33 días por año de trabajo a cambio de contratarlos como fijos, y con una reducción sustancial en el coste de Seguridad Social.

Es más, aceptan mayoritariamente el órdago de convertir a toda la plantilla en fija si todos los despidos costasen 33 días por año de indemnización. Finalmente parece que, aunque con un retraso considerable, Gobierno, sindicatos y patronal han tocado de nuevo la tecla adecuada para prolongar el crecimiento del empleo en España.

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