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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Crecimiento alto con serios riesgos

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha elevado las previsiones de crecimiento de la economía mundial y, por supuesto, de la práctica totalidad de las zonas geográficas, con la excepción de Latinoamérica. El PIB mundial crecerá este año un 4,9%, con un empuje muy fuerte de EE UU (3,4%), China (9,5%), India (7,3%), Rusia (6%) y Japón (2,8%), que arrastrará al optimismo a una timorata Europa, economía intensivamente exportadora que llegará al 2% por la demanda de los demás.

El Fondo augura ahora también más optimismo para 2007, aunque prevé el inicio de una desaceleración en prácticamente todas las áreas del mundo, más por olfato que por convicción. La acumulación de desequilibrios, desde los déficits gemelos norteamericanos hasta el nuevo repunte del petróleo, así como la descomunal liquidez general, no podrá soportarse eternamente. Para empezar, estima que el tiempo del dinero barato podría haberse terminado con la escalada de tipos de Estados Unidos y la iniciada tímidamente en Europa. Además de la japonesa, limitada ahora sólo a la intención de la autoridad monetaria.

El escaso efecto contractivo del precio del crudo en la economía parece que está ya interiorizado. Pero no hay que despreciar los incrementos adicionales cuando ha alcanzado ya los 74 dólares por barril, porque en muchas economías, y la española está entre ellas, podría estar superándose ya el umbral del dolor. Además, el efecto de inputs más caros con un desequilibrio financiero tan fuerte como el español podría multiplicar la sangría ya existente en la competitividad.

Los analistas del FMI apuntan a una depreciación ordenada del dólar como la solución necesaria. Puede ser un arreglo comercial y financiero para la primera economía mundial. Pero también puede convertirse en un nuevo latigazo crítico para los países europeos por su dependencia exportadora, o para los latinoamericanos, si la depreciación llevase aparejada una subida de tipos que se trasladase a sus compromisos de deuda, mayoritariamente emitida en dólares.

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