Un mercado energético real

Todo el mundo se obsesiona estos días con la seguridad energética (...). Los políticos no pueden desentenderse si existen riesgos reales de que se apaguen las luces (...). Pero existen tres maneras para que el mercado (...) ayude a incrementar la seguridad energética.

Primero, hay que usar la herramienta del mercado de los precios para desanimar los derroches. Esta lección deberían tomarla muchos de los países en vía de desarrollo que siguen subvencionando los precios del petróleo así como EE UU, el mayor consumidor de crudo mundial, que sigue negándose a aplicar un verdadero impuesto sobre la gasolina (...).

En segundo lugar, hay que reconocer el mercado como una fuente de seguridad y un amortiguador de choques y recordar que cuanto más grande sea el mercado, más grande es su capacidad de amortiguar (...). En Europa, Bruselas ha iniciado acciones contra nada menos que 17 Gobiernos (...) por impedir la apertura de sus mercados (...).

Finalmente, hay que darle al mercado un papel predominante para fomentar nuevos tipos de energía. Esto significa apoyar, no con subvenciones (salvo en la investigación), pero a través de un mecanismo que permita a las fuerzas del mercado y no a los burócratas determinar cuáles son las nuevas energías más competitivas (...).