Crece la tensión petrolera
Los precios del petróleo se han instalado en zona de máximos (el Brent cotiza ya por encima de 70 dólares) y todo parece indicar que continuarán ahí por mucho tiempo. La situación en Irak está lejos de estabilizarse, la tensión entre Israel y los territorios palestinos crece cada día desde el triunfo de Hamás en las elecciones y a ello se suma ahora la creciente amenaza de conflicto en Irán, tras la decisión del Gobierno de Mahmud Ahmadineyad de retomar su programa nuclear. Un panorama que empieza a lastrar el ánimo de los inversores y que es visto con creciente preocupación por los responsables económicos internacionales.
En los mercados, los inversores se han lanzado a la búsqueda de valores refugio (de ahí, entre otras razones, el despegue espectacular del precio del oro). En los despachos de los organismos públicos, los avisos son cada vez más alarmantes. El último informe semestral del Fondo Monetario Internacional (FMI) advierte sobre los efectos que el encarecimiento del petróleo puede tener en los intercambios comerciales y de inversión. La subida de los precios del crudo tiene una naturaleza 'persistente' y está presionando al alza la inflación, con lo cual las autoridades monetarias se verán forzadas a elevar aún más los tipos de interés. Además, los principales importadores de esta materia prima verán cómo la factura petrolera agrava sus déficits por cuenta corriente, recorta los beneficios de las empresas y, en casos como el de Estados Unidos, puede derivar en una recesión.
El documento del Fondo Monetario destaca también la oportunidad histórica que tienen los países productores de crudo de aprovechar este ciclo alcista de los precios para volcar enormes recursos a educación, sanidad, infraestructuras y otros pilares básicos para el desarrollo y el bienestar futuro de dichos países. Lamentablemente, la mayoría de los grandes productores de crudo adolecen de regímenes en los que la apuesta por el desarrollo colectivo futuro no figura entre las grandes prioridades políticas.