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5d. Para invertir

La carrera por explotar el negocio de las renovables

La inversión en plantas solares empieza a acaparar el interés de bancos, inversores y promotores. Con riesgo moderado, ofrecen rentabilidades que rondan el 12%

Poco líquidas, con rentabilidades que en ocasiones rondan el 12%, una exigencia de capital superior al de otros activos y un riesgo sensiblemente menor son, a priori, las características que conforman la fotografía de las inversiones en energías alternativas.

Agotado el tirón del capital riesgo -al menos en lo que a oportunidades baratas, fáciles y accesibles se refiere-, más aún en el sector inmobiliario y la falta de una normativa definitiva para los fondos de inversión libre (más conocidos como hedge funds), las energías renovables -especialmente la solar fotovoltaica, por la menor inversión previa que requiere- se han convertido en un filón del que pocos quieren quedar fuera. Y es que quizás por rentables y seguras, estas inversiones son la última moda.

No es para menos. Con una prima establecida por ley del 575% durante los primeros 25 años (y 460% para los siguientes) sobre la tarifa eléctrica media anual para plantas de hasta 100 Kilovatios, una inversión mínima que ronda los 650.000 euros, unos costes operativos del orden del 20% del capital invertido y una rentabilidad anual resultante que puede alcanzar el 12%, no extraña que no sólo las compañías eléctricas y empresas de renovables se hayan lanzado a la construcción de plantas fotovoltaicas. Fondos de capital riesgo y entidades especializadas en gestionar grandes patrimonios no ocultan su interés por participar de un negocio que puede arrojar beneficios, en algunos casos, de hasta el 20%.

Entidades de banca privada están estudiando oportunidadestanto para actuar como intermediarios como para coinvertir

'Todo depende del proyecto', explica Jesús Ruiz, gerente de Arthur D. Little. 'Conseguir planes rentables depende de la capacidad de lobby que tenga la empresa para lograr las licencias requeridas por los ayuntamientos y el permiso para engancharse a la red de la eléctrica, entre otros; por eso, la rentabilidad varía tanto, y los buenos proyectos ya han sido adjudicados a las grandes compañías eléctricas y a las compañías de energías renovables, que han logrado rentabilidades del 20% en algunos casos', señala Ruiz. Lógicamente, la rentabilidad varía según la zona geográfica. Para los que han llegado segundos en esta particular carrera se reservan ganancias menores, del 12%, según Ruiz. Inferiores sí, pero nada desechables. Alcanzarlas, de hecho, se ha convertido en un reto que ha embarcado en una dura competición a promotores, fondos de inversión, bancos y proveedores. Pero el tiempo apremia.

El hecho de que se trate de un sector regulado (y por lo tanto, sometido a cambios cada cuatro años), que tenga fijados unos objetivos (que una vez cumplidos darán por finalizados los incentivos de los goza) son, al tiempo, cara y cruz de la explotación de estas energías.

El origen de este negocio está, de hecho, en un Real Decreto (436/2004) que regula la producción de energía eléctrica en régimen especial, da derecho a transferir al sistema toda la energía producida a cambio de una tarifa y determina una prima a todo aquel que las desarrolla. El objetivo del Plan de Energías Renovables 2005-2010 (que revisa el anterior de 1999-2010) es que en 2010, el 12% del consumo energético se realice con este tipo de energías.

Dado que en 2005, sólo el 5,7% de la producción energética se logró con estos sistemas, el reto está en llegar antes de que se alcance el objetivo y se terminen, por tanto, los incentivos. Actores, por el momento, no faltan. El número de operadores interesados en explotar este negocio es sólo parejo al de inversores ávidos de rentabilidades de dos dígitos. Y como los volúmenes, aunque no son comparables a los requeridos para construir un molino de viento (con un coste de entre uno y dos millones de euros, según los expertos) sí son elevados, los grandes bancos privados no han tardado en aparecer en este escenario, pese a la reticencia de muchos a confirmarlo. Deutsche Bank Private Wealth Management (DBPWM), Sabadell Banca Privada y Santander son sólo algunas de las entidades que reconocen estar buscando oportunidades en este negocio.

Un filón para las grandes fortunas

Las interesadas, no obstante, son muchas más. Luis García, director de operaciones y socio de Opción Dos, empresa que ofrece soluciones en el marco de las energías renovables, afirma que el interés por las plantas solares -fruto de la menor inversión que requiere, respecto a otras renovables, y a la prima- es evidente en banca privada. 'Estamos negociando con Altae, Banco Urquijo y Banif', afirma.

De forma directa, a través de acuerdos con promotores, o indirecta, mediante la mera intermediación entre inversores y proveedores, pocas renuncian a participar en un negocio que ya muchos consideran un nuevo maná. 'Es una inversión muy interesante, una alternativa a otros activos que permite diversificar y lograr una rentabilidad atractiva al mismo tiempo', explica Rafael Gascó, subdirector de DBPW, que reconoce que el interés es grande, pero afirma no estar convirtiendo en proyectos fotovoltaicos sino canalizando el interés de los inversores. 'Les damos las claves de cómo invertir, cómo tienen que entrar en los distintos proyectos y cubrirse con diferentes seguros', añade.

En Sabadell Banca Privada sí reconocen estar estudiando proyectos para entrar de la mano de sus clientes. Manuel San Salvador, director general es explícito: 'El grupo es muy activo como promotor ya que hemos sido pioneros en la financiación de proyectos eólicos y fotovoltaicos y ahora pretendemos dar un paso más ofreciendo a los clientes el acceso a huertos solares', explica tras subrayar que es clave contar con un socio industrial consistente (tipo Gamesa) y tener contratos integrales con estos socios que garanticen gestión, instalación y venta a la red.

Y es que los riesgos de esta inversión pasan no sólo por un cambio de regulación, sino porque la planta no sea conectada a la red y por lo tanto no venda la energía producida. 'Hacer números es imprescindible, por eso es fundamental saber quien está detrás del proyecto. El coste es elevado y los estudios de suelo, de las sombras, y del funcionamiento son altos, además hay que asegurarse de que el punto de conexión a la red funciona', añade Gascó. No son los únicos. Su elevado apalancamiento es al tiempo cara y cruz de estas inversiones: por una parte facilita el acceso al permitir un 80% (y hasta el 100%) de deuda frente al 20% de recursos propios; por otra, esto expone al cliente al riesgo de subida de tipos, según García. Todo, sin olvidar que son poco líquidos y tienen un horizonte temporal de más de 10 años.

Pero no es el único obstáculo que hay que salvar. Para beneficiarse de la prima que ofrece el Gobierno, hay que adquirir una planta de 100 kilovatios y ésta debe estar ligada a un sólo NIF, por lo que obtener la rentabilidad prometida es cuestión de depositar el capital que requiere (de entre 600.000 y 700.000 euros) o, como señala Gascó, entrar en un fondo con participaciones inferiores, de entre 200.000 y 250.000 euros e incluso menores, como ya ofertan varias entidades en España, caso del MLIIF New Energy Fund, de Merrill, el Fortis Eq Energy Europe, de Fortis o el DWS Invest Energy de DWS Investments.

La explotación de este tipo de plantas y el requerimiento de una identificación fiscal por persona para beneficiarse de la subvención gubernamental podría ser, de hecho, la razón de que el Santander hubiera registrado más de una veintena de sociedades para desarrollar plantas solares.

Opción Dos, por su parte, ya cuenta con un proyecto definido y planea una instalación fotovoltaica de dos megavatios 'que será comercializada en 20 instalaciones de 100 kilovatios cada una'. Ubicadas en Murcia prevé tener 20 inversores con una inversión por planta de 620.000 euros, un horizonte de 25 años y una rentabilidad anual del 12%, (que incluye la venta a la red y un incremento de la tarifa media eléctrica del 1,5%).

Incipiente todavía, se espera que el sector alcance niveles de crecimiento elevados, en línea con los logrados en Alemania, donde según Francisco Blanch, de Merrill Lynch, 'pequeños grupos de inversores se reunían para adquirir estas plantas'. Pero los requisitos exigidos en España y los importes mínimos escapan, todavía, al pequeño inversor español.

Mercadear con agua o derechos de CO2

Sacar partido a las energías limpias es un objetivo que no sólo persiguen las compañías que explotan la energía solar o la eólica. Pictet, una de las mayores gestoras de fondos, cuenta en su oferta con un fondo de agua, el PF-Water-P Cap, que invierte en compañías del sector del agua. Otra iniciativa es la que ha puesto en marcha el Santander en colaboración con el ICO y Climate Change Capital (entidad que atiende a instituciones afectadas por políticas de cambio climático) que han creado el fondo FC2E. Se trata de un fondo de carbono español que permite a grandes empresas y, especialmente, a pymes conseguir derechos de emisión a unos precios hasta tres veces inferiores a la cotización actual de la tonelada de dióxido de carbono (CO2). Con un capital inicial de 50 millones de euros (25 de cada socio), el fondo está abierto a las empresas para que inviertan en el periodo 2006-2008 y perciban sus derechos de emisión en la segunda fase de aplicación del protocolo de Kioto (2008-2012). Los proyectos, según Marcos Sebares, responsable del fondo, están ubicados en Latinoamérica, Europa del Este, África del Norte, India y China.

El viento se reserva a las grandes

La explotación de energía eólica como inversión fue previa a la energía solar o fotovoltaica. De hecho, las compañías destinan la mayor parte de los recursos dedicados a las energías renovables a este capítulo. 'La parte que no es viento es marginal', señala Raimundo Fernández Cuesta, analista de energía de Credit Suisse. No sólo eso. El elevado coste de instalación, de inversión (más de un millón de euros) convierte a este tipo de inversiones en coto reservado a las propias compañías. 'Ni siquiera las constructoras que están diversificando su actividad hacia estas áreas pueden asumirlo', afirma el experto.

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