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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La UE requiere fórmulas nuevas

La primavera comunitaria ha vuelto a dar su fruto burocrático. Un farragoso documento de 35 páginas en el que los líderes de la UE plasman sus prioridades económicas para los próximos meses. El empleo, el crecimiento, el desarrollo sostenible y la consolidación fiscal vuelven a ser los objetivos del Consejo Europeo celebrado en Bruselas. Nada que objetar. Son metas encomiables y beneficiosas para el conjunto de la ciudadanía. Ni siquiera es criticable que desde 2000 se repitan las recetas. El problema es que los objetivos no se cumplen, a veces se alejan, y los mecanismos previstos para alcanzarlos se agotan.

La reciente nacionalización de la agenda de Lisboa ha fracasado casi al comenzar. Los 25 presentaron en Bruselas a comienzos de año unos planes nacionales recortados a la medida de lo que pueden cumplir. La debilitada Comisión de José Manuel Barroso se ha limitado a una evaluación general positiva de todos y a avalarlos sin más. Ahora se ha acordado que cada capital presente en otoño un informe de seguimiento de las reformas acometidas. Un nuevo ejercicio burocrático probablemente tan estéril como el anterior.

Ante estos precedentes cuesta creer que las conclusiones aprobadas por el Consejo no se conviertan de nuevo en papel mojado. Los 25 anuncian la creación anual de dos millones de empleos (una simple extrapolación del ritmo actual), la posibilidad de resolver en una semana los trámites para crear una empresa, la promesa de una salida laboral para todos los jóvenes en seis meses desde el final de sus estudios, incentivos para prolongar la vida laboral… Pero los mismos firmantes de esas ambiciosas propuestas se arredran al descender al terreno concreto de diseñar algo tan urgente como una política común energética.

La cumbre ha revelado, en definitiva, la profunda crisis política e institucional de la UE, agravada tras el descarrilamiento de la Constitución hace ya casi un año. El club parece desorientado y carente de proyecto en esta etapa de imparable globalización. Las cumbre deparan textos sin calor. Hacen falta fórmulas nuevas.

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