Fiebre de operaciones
En la historia de la economía moderna se han dado épocas de superabundancia de operaciones empresariales. Pero nunca como ahora la exuberancia empresarial había reunido tres características: las operaciones se están produciendo en cualquier área del mundo, afectan indiscriminadamente a todos los sectores y se producen sea cual sea el tamaño de los protagonistas.
Sólo ayer se hicieron públicas al menos ocho grandes operaciones en diferentes puntos del globo. Desde el sector financiero portugués (opa del BCP sobre el BPI, con importante presencia española), al estadounidense (oferta de Capital One por North Fork) o el francés (acuerdo Banque Populaire-Caisse d' æpermil;pargne), hasta operaciones en el sector del juego, farmacéutico, de medios de comunicación o el automóvil, por citar nada más algunos. A la vez, se disparan los rumores sobre operaciones, amistosas o no, desde el sector energético al tabaquero, pasando por operaciones incluso entre los propios mercados de valores.
¿A qué se debe esta fiebre? La elevada liquidez, los buenos resultados empresariales que trae de la mano la recuperación de la economía internacional y una financiación fácil por los bajos tipos de interés -especialmente en Europa- son sólo algunas de las razones que enmarcan el proceso. Hay que añadir también el despliegue inusitado del capital riesgo, con actividad récord en 2005 y que afronta ya operaciones de un volumen impensable hace poco. La globalización, razón última de esta orgía de fusiones y adquisiciones, también ha colocado en el mercado nuevos actores internaciones de alta potencialidad, con China y su interés por las materias primas a la cabeza.
En clave europea, el objetivo es superar tentaciones proteccionistas y aprovechar el fenómeno para la consolidación pendiente de muchos sectores, como el energético y el financiero. Lo óptimo es que esta fecundidad de operaciones empresariales -en la que por primera vez tienen un elevado protagonismo las empresas españolas- lleve a más competencia, no a menos.