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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cuevas se excede en su cometido

El presidente de la CEOE, José María Cuevas, lanzó ayer una dura diatriba en la que arremetió contra las políticas de un Gobierno al que acusó de 'despeñarse por la vertiente resbaladiza del populismo' y de caer en la tentación del 'neointervencionismo'. Cuevas se quejó de la aprobación de diversas normas que afectan al funcionamiento de las empresas y que, en su opinión, terminarán dañando la ya decreciente competitividad económica. Citó la norma sobre el tabaco, la ley de Igualdad y las nuevas normas sobre buen gobierno corporativo. Hasta aquí, todo lo enunciado por el líder de la CEOE entra dentro de lo previsible y a buen seguro refleja el sentir de la mayoría del empresariado.

El presidente de la patronal fue, sin embargo, mucho más allá. Y lo hizo en unos términos que provocaron malestar tanto en la política como en la empresa. Cuevas criticó la opa de Gas Natural sobre Endesa con afirmaciones como que, en su calidad de accionista de la eléctrica, no sabe 'si la opa la hace Gas Natural, Montilla o Conthe'. Además, aseguró que la empresa gasista ha querido hacer la operación 'a la catalana' porque considera que 'el poder (le) es favorable, con lo cual (les) va a costar menos dinero'.

Un caricaturizado estereotipo que provocó hilaridad en Madrid, pero derivó en una protesta inmediata por parte de Joan Rosell, el líder de la patronal catalana Fomento del Trabajo. La propia Gas Natural calificó como 'lamentable e impropio' el discurso de quien 'debería ser el representante de todas las empresas españolas sin distinciones'. Alguien a quien consideran 'deslegitimado' a raíz de estas afirmaciones.

Mucho más desafortunada, si cabe, resultó su valoración sobre la situación en el País Vasco. Según Cuevas, existen dos tipos de empresarios vascos: los 'perseguidos' por la banda terrorista ETA, a los que expresó su 'respeto y apoyo'; y 'otra parte importante' del empresariado que apoya 'el disparate en el que estamos metidos de la búsqueda de la paz'. Cuevas criticó a estos últimos y les acusó de 'querer callarnos la boca', en referencia a la propia CEOE. La patronal vasca Confebask lamentó la 'nula sensibilidad' mostrada por Cuevas y calificó sus afirmaciones de 'muy graves, fuera de lugar' y 'propias de un portavoz político'. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, reclamó 'ponderación en las manifestaciones'.

Cuevas acaba de ser reelegido para un séptimo mandato con un respaldo abrumador de las empresas españolas, incluidas las vascas y las catalanas, lo que le otorga un valor de consenso difícil de lograr en otros colectivos sociales. Sin embargo, debería hacer gala de una mayor mesura a la hora de opinar sobre operaciones empresariales concretas. Su cargo de presidente de la patronal debería llevar aparejada una neutralidad exquisita en asuntos tan delicados como la operación eléctrica, porque debe defender por igual, con idéntico celo, a Endesa y a Gas Natural.

Como presidente de la CEOE, Cuevas debe defender a ultranza los intereses de las compañías y cuestionar las políticas que considera dañinas para el tejido empresarial. Pero debería huir de postulados políticos maximalistas que le conviertan en el presidente de sólo una parte de los empresarios españoles.

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